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En cada una de las decisiones perseguimos las mejores soluciones para ese momento o bien para unas futuras situaciones. Utilizamos para ello los recursos más inverosímiles pensando en la eficacia de su manejo. Su aplicación la orientamos en beneficio propio, de la gente allegada o quién sabrá precisarlo. Las aspiraciones son naturales, adaptadas al carácter del protagonista; en el intento de progresar desde el estado actual.
Hoy he leído la noticia de una mujer, cuyo nombre no voy a decir, que, tras haber intentado suicidarse, ha abandonado temporalmente la televisión para ingresarse en un centro psiquiátrico, pero lo que más me ha chocado es que esa mujer era cómica en un programa de televisión. Por lo visto estaba sufriendo un acoso sin tregua en las redes sociales. Que triste es que te acosen, pero que cobarde es que lo hagan por las redes sin dar la cara.
El oleaje nos impulsa a las orillas, arribamos frente a horizontes inciertos; la resaca nos retrotrae a los fondos subconscientes ocupados por gestiones turbulentas. No cabe duda, soñamos con plácidas aguas y todo son corrientes alrededor; todavía más, cada individuo arrostra en su interior notables fuerzas de incesantes arremetidas. Lo que nos lleva a la consideración de un contraste feliz, desconcertante y penoso a un tiempo.
Indudablemente, antes tenemos que desterrar ese afán destructor de nuestras andanzas. La mejor reconstrucción será, por tanto, el permanecer unidos para propiciar una mutación que la hacemos entre todos, sin tener miedo a soñar en grande, a buscar como quijotes los ideales de justicia y a rebuscar en nuestros interiores esa capacidad de amar, que es lo que nos hace comprometernos a servir y a donarnos mutuamente.
Entre los abundantes corifeos manipulando las conductas ajenas en cualquier sector, resulta apasionante vislumbrar el destello de algún comportamiento en sentido contrario. Como decía, no para quedarse sentado observando el desarrollo de los hechos, sino para participar en la medida posible en la generación de nuevos BROTES ilusionantes. El vigor de estos brotes requiere de buenos estímulos y acompañamientos, para no naufragar en las potentes marejadas de las malversaciones.
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