| ||||||||||||||||||||||
Los grupos han tomado el poder en la sociedad consumista, amparados ideológicamente por la inteligencia capitalista y alimentados en la práctica por los operantes políticos. La consecuencia es que socialmente el individuo común, el único que debe contar en la base de una sociedad libre y verdaderamente abierta, ha entrado en proceso de franca decadencia y pende sobre él la amenaza de ser socialmente silenciado, para luego entrar en fase de liquidación como persona.
El paso de los siglos no parece ser tiempo suficiente para que la crédula fe de uno le traicione y envíe a su avatar de vuelta al metaverso ubicuo de señoritos, siervos y vasallos. Y se preguntarán ustedes, ¡semejante pleonasmo, para qué! Verán, no hará mucho tiempo me encontraba entre documentos, emails y memorandos cuando uno de ellos me llamó especialmente la atención.
Algo ocurre con la salud de las democracias en el mundo. Hasta hace pocas décadas, el prestigio de las democracias establecía límites políticos y éticos y articulaba las formas de convivencia entre estados y entre los propios sujetos. Reglas comunes que adquirían vigencia por imperio de lo consuetudinario y de los grandes edificios jurídicos y filosófico político y que se valoraban positivamente en todo el mundo, al que denominábamos presuntuosamente “libre”.
Europa se muere, ya está agonizando esperando defunción y funeral. No alarmo, reconozco y asumo la verdad. Hace un siglo Argentina y Venezuela estaban entre los países más ricos y hoy la realidad es muy diferente. En la actualidad países como Lituania, en 10 años, ya ha alcanzado el nivel de España.
|