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No recuerdo quién dijo hace unos días que la deuda del Estado era superior a la autonómica. No sé si estaba en lo cierto, pero lo que sí es evidente es que algunas Autonomías de esta nación han despilfarrado, a manos llenas, el dinero de los impuestos de los españoles, demostrando que han sido incapaces de gestionar, de una manera eficaz y sensata, las partidas que han destinado a atender los diversos sectores de las administraciones autonómicas.
¿Se combate de verdad la desigualdad social? Me refiero a los temas siguientes: fomento de la inmigración ilegal, aumento de la presión fiscal e incremento del gasto político, un gasto fundamentalmente relacionado con la ideología de género, el multiculturalismo o la nueva agenda climática.
El origen de esta expresión se remonta a los siglos XVI, XVII y XVIII cuando los soldados que componían los Tercios españoles que se enseñoreaban por toda Europa y debían de costearse con su peculio todas las necesidades que tuviesen, incluida la pólvora que necesitasen para disparar.
Ha tenido que salir a escena la pandilla de indocumentados políticos que tenemos para darnos cuenta de que no saben lo que es gobernar y mucho menos trabajar para el bienestar de la ciudadanía. Cultivan la soberbia, la chulería, el analfabetismo, la falta de respeto y el desprecio a la mano que les da de comer.
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