El origen de esta expresión se remonta a los siglos XVI, XVII y XVIII cuando los soldados que componían los Tercios españoles que se enseñoreaban por toda Europa y debían de costearse con su peculio todas las necesidades que tuviesen, incluida la pólvora que necesitasen para disparar. Por ello la escatimaban lo más posible, pero cuando tras un asedio o un combate lograban hacerse con la santabárbara del enemigo y apoderarse de pólvora y municiones, ya no regateaban esta y disparaban con toda alegría porque lo hacían con pólvora de un rey extraño vencido en ese combate.
Hoy esta locución solemos utilizarla cuando alguien despilfarra, sin ton, ni son, además sin productividad, el dinero que administra; normalmente los más proclives a ello son los políticos que disponen del dinero público sin poner cuidado en ello, cosa que se permiten pues, como dijo la inefable e indescriptible Carmen Calvo, este no es de nadie, por lo que no importa que se vierta por el sumidero de comidas pantagruélicas, mariscadas descomunales, drogas o prostíbulos, o en “asar vacas”. No olvidemos tampoco en construir aeropuertos en los que sólo aterrizarán los pájaros, u obras faraónicas para mayor honra y gloria de munícipes, en muchos casos analfabetos, pero que desean que los del pueblo los recuerden, ya que a los que lo dilapidan nadie les pedirá responsabilidad. Pedro Sánchez, como está seguro de que, aunque pierda las próximas elecciones, nadie le pedirá cuenta del agujero en el que nos ha metido a todos los españoles ha elevado la Deuda Pública a límites insospechados y desconocidos en toda la historia de España. Desde 2018 en que esta estaba en 1.202.859 millones de euros hasta finales de novbre. ppdo. en los que ha llegado a 1.505.538 millones de euros superando al PIB en un 16%, o sea, ahora debemos los españoles el 116% de lo que producimos, rebasando el objetivo anual fijado por el Gobierno, y superamos este (115,2%) en un 0,80%. Con lo que cada español debe 6.350 euros; y que cada trabajador cotizante ha asumido 14.910 euros, de forma tal que pienso que serán nuestros bisnietos o tataranietos, si no se aumenta más esta, los que terminarán saldándola No soy economista, sí historiador, y creo que una situación como esta no se ha dado en España desde las quiebras de la hacienda de la Corona que se produjeron como una inexorable epidemia, durante los años 1557, 1575, 1596, 1607, 1627, 1647, 1652, 1656 y 1664, es decir, más de un siglo. En España existía una figura jurídica, el juicio de residencia, por la cual se hacía responsable de su mal gobierno a todo aquél que hubiese desempañado un cargo público, especialmente se le practicaba a los más importantes, como corregidores, jueces, virreyes, adelantados etc. también en las nuevas tierras. Esta institución es tan antigua que hunde sus raíces en el siglo V, en tiempos del, emperador Zenón, y estaba incluida en el Código de Justiniano, pero sin remontarnos tan atrás en la historia sabemos, por comprobación fehaciente, (las Actas capitulares de Córdoba hablan de ello) que en España se aplicaba como hemos dicho a los oficios públicos más importantes, desde la Edad Media, hasta la Moderna, como mínimo. Quien había de llevarlo a cabo, si los monarcas no nombraban un juez de residencia especial para el litigio, era el sustituto del que había finalizado su mandato, por lo que su indagación era exhaustiva, y tenían derecho a presentas acusaciones todos los ciudadanos que se sintiesen agraviados por el saliente. Si hoy perviviese esta figura jurídica, ya se andarían con mas cuidado los políticos y no dilapidarían el dinero que no les pertenece, aunque “no sea de nadie”.
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