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Vuelva la luz a los caminos de la vida, jamás la violencia, entronquemos el mundo de color transparente, sin muros que nos ensombrezcan y sin espacios que nos esclavicen. Quizás, por ello, necesitemos gobiernos que activen naciones más acogedoras e inclusivas.
Si bien podemos cerrar los ojos, permanecer indiferentes o pasarnos a las visiones enajenadas; las miradas abren el espectro de sus posibilidades, por su orientación o por su lugar de observación. Aparte de otras circunstancias, la UBICACIÓN para efectuar el exámen será fundamental.
El reconocimiento de que sólo se puede hacer lo que sea posible, de que muchas de las reivindicaciones de los ciudadanos son imposibles de asumir y que, por mucho que pueda parecer imposible el llevar a cabo una política de contención del gasto, de moderación de los salarios, de reducción de impuestos y de liberalización de la economía y supresión de impedimentos burocráticos; aunque en un principio puedan parecer incómodos, antisociales o de signo capitalista, el tiempo se encarga de demostrar que en mantenimiento de una política pública sobria, posibilista, disciplinada y realista es la mejor forma de conducir a una nación hacia un futuro en el que se puedan consolidar los avances que, algunos insensatos, piensan que se pueden conseguir con revoluciones callejeras o implantando regímenes autoritarios que siempre, la experiencia lo confirma, han concluido con pueblos sometidos a los caprichos de las tiranías totalitarias.En España, por increíble que pueda parecer, las campañas electorales se han convertido en el “pan nuestro de cada día” debido a que, con suele suceder cada vez que parece que estamos llegando a una fase de prosperidad, parece que hay sectores de nuestros conciudadanos que no se encuentran a gusto viviendo en paz, concordia y buenas sensaciones con el resto y prefieren organizar disputas, atacar a sus vecinos, protestar por el simple gusto de incordiar, convertir las calles en foros públicos con la pretensión de suplir, contradecir, descargar de contenido y desacreditar la función de nuestras instituciones democráticas, con la pérfida intención de desprestigiar nuestra democracia, negando su existencia y pretendiendo suplirla por los reinos de taifas modernos, basados en soberanismos localistas, aspiración máxima de los grupos separatistas que podría calificarse como un animus dividendo de la nación española que, a muchos españoles, nos llega a parecer como una especie de conspiración de las izquierdas, encaminada a acabar con la nación española mediante un despiece sistemático de la misma.Y es que, señores, cuando un político, pongamos por caso el líder socialista Pedro Sánchez, se erige en experto como conductor de una nación, cuando en el poco tiempo que lleva al frente del país no ha hecho otra cosa que hablar, repetir una y otra vez que es el más adecuado para llevar adelante el país y, lo único que aporta para demostrar su capacidad de hacerlo son 137 puntos, la mayoría de los cuales comporta aumento del gasto público, cuando ya sabemos que, desde Bruselas, nos han tirado de las orejas calificando los presupuestos últimos, para el 2020, presentados por los socialistas ante la CE, se han considerado como irreales e imposibles de conseguir encontrando un desfase cercano a los 6.000 millones de euros que los socialistas pretenden justificar argumentando que, cuando se aumente la carga impositiva de los españoles, será cuando cuadren de verdad.
Mantener el orden público es fundamental en cualquier Estado democrático de Derecho, y la primera obligación de todo gobierno reside en garantizar la convivencia democrática dentro de la ley de leyes, o sea de la Constitución, pues el imperio de la norma está para ser cumplida por todos, ya que es la expresión de la voluntad popular.
Las simplificaciones son riesgosas, al menor descuido caen en la simpleza. La reducción de la realidad a pocos matices genera figuras irreales peligrosas, suponen una suplantación en toda regla. Si pensamos en la identidad es preciso estar alerta. Los alardes identitarios al uso dicen inconveniencias manifiestas sin perfilar su consistencia; sus extravagancias dejan al aire sus vergüenzas.
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