Es una noche de gloria, una noche de alegría, porque Dios nos ama, se hace amor y nos ríe.
Es un día de alianzas, un día de emociones, un niño nace, ilumina la niña de nuestros ojos.
Salgamos de las tinieblas para ser fuente de sol, con nosotros está Jesús, con nosotros está Dios.
Volvamos a la esencia de la sencillez del verso, el pan que se comparte es un corazón en paz.
Que nadie quede fuera de este belén de luz, pues todos llevamos una estrella en el camino.
Entremos en la verdadera Navidad del mundo, esa que acoge el despertar y no descarta la vida.
Con María y José quedémonos ante el pesebre, las llagas se curan al contemplar la inocencia.
Qué bella espera la de alimentarse de ternura, es lo que nos da fuerza para continuar viviendo.
Aguardemos el silencio y dejemos que nos abrace. Llenos de asombro, creceremos y nos recrearemos.
Grabemos en nuestro interior sus infalibles latidos, sin apartar la mirada de su rostro en nuestro rastro.
Muéstranos, Jesús de todos, la senda que nos libere, injértanos sabiduría para vivir como tú, ¡amando!
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