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La demencia es la pérdida de la capacidad de pensar, recordar y razonar a niveles tales que afectan la vida y las actividades diarias. Pérdida progresiva de las realidades cotidianas que interesan al bienestar general de las personas. Como todo en la vida, la demencia, puede llevarse en los genes personales y transferibles.
En épocas anteriores, bastante más normales, por cierto, la importancia de una persona, “por lo que representaba”, se podía deducir por el séquito que le acompañaba. Cuando el séquito se salía de lo normal, la persona en cuestión podía tener varios apellidos: “emperador, dictador, populista, egocentrista”.
El ya desahuciado Pedro “el mediocre” anda que se las pela tratando en su deriva postrera de “repescar” a vetustos políticos de poco pelo (y muchos años rindiéndole pleitesía al plagiador) para que le sigan aplaudiendo vergonzosamente al modo Chino, Ruso o Coreano del Sur, para que le cubran la retirada.
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