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El agua es un bien de vida tan necesario como indispensable, pero con un riesgo más que evidente, su escasez. Según las previsiones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) se prevé que en 2050 el consumo de agua habrá aumentado un 55% respecto al año 2000 para satisfacer las demandas industriales y ciudadanas, lo que ocasionará que en torno a 5.000 millones de personas tendrán serios problemas para cubrir las necesidades diarias.
Un mes después de que la nación insular de Vanuatu, en el Pacífico sur, fuera azotada por dos ciclones de categoría 4 en un lapso de tres días, la escasez de alimentos y sus altos precios son ostensibles tras la devastación generalizada en el sector agrícola.
La nebulosa de interrogantes está ahí, bordeando el planeta y con efectos sociales. No olvidemos que el derecho humano al líquido elemento, esencial para el bienestar del ser vivo, exige de políticas notorias que puedan afrontar esta situación. Desde luego, son vitales para dar una respuesta regenerativa a nuestro propio acontecer diario.
Por desgracia las cuestiones que repiten día y noche las cadenas de televisión, nuestros grandes medios de información, se refieren siempre a las mismas cosas: el cambio climático, la sequía, los incendios forestales, el vaciamiento de los pantanos al mismo tiempo que se producen grandes riadas a causa de las tormentas. Y por supuesto la guerra de Ucrania que se prolonga sin atisbos de acabarse.
Crecimiento de un 183 % la demanda de hielo en las últimas semanas debido a esta falta de suministro. El precio de las bolsas de hielo ha aumentado entre un 250 % y un 300 %. Estos electrodomésticos se pueden comprar por 110 €, aunque su precio medio se encuentra en los 205 €.
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