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Opinión
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Se acaban las vacaciones, pero continúan los problemas

¿Seremos capaces de obtener del amor de Dios y de la intercesión de la Virgen que dejen de oírse los tambores de guerra?
Francisco Rodríguez
miércoles, 31 de agosto de 2022, 10:53 h (CET)

Cada lunes me pongo a la tarea de escribir un pequeño artículo que no rebase las quinientas palabras. El problema es encontrar un tema del que yo sepa algo y pueda gustar a mis lectores y a quienes generosamente me publican. Por desgracia las cuestiones que repiten día y noche las cadenas de televisión, nuestros grandes medios de información, se refieren siempre a las mismas cosas: el cambio climático, la sequía, los incendios forestales, el vaciamiento de los pantanos al mismo tiempo que se producen grandes riadas a causa de las tormentas. Y por supuesto la guerra de Ucrania que se prolonga sin atisbos de acabarse sino más bien de ampliarse a otros escenarios al mismo tiempo que provoca la carestía de determinados productos esenciales y hace crecer la inflación.


Habrá mucha gente que creerá que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero para los que ya somos viejos y recordamos los años del hambre y las cartillas de racionamiento vivimos convencidos de que cualquier situación es susceptible de empeorar.


Por mi parte rezo al Señor para que nos ilumine y no nos deje de su mano pues todo lo malo que ocurre, Dios lo permite para que volvamos a Él nuestra mirada y lo invoquemos de todo corazón.

Las vacaciones, las fiestas de cada pueblo con sus romerías parecen estar patrocinadas por el gobierno para que no nos pongamos seriamente a analizar nuestra situación y exijamos a nuestros gobernantes una conducta más apropiada como reducir gastos inútiles de una gobernanza gigantesca.


El frío y la escasez que nos anuncian para el invierno, de la que nuestros gobernantes se creen exentos, puede que no ocurra como ellos piensan y se comiencen a exigir responsabilidades por aquello de que no hay bien ni mal que cien años dure.


La situación se ha deteriorado en Europa, pero también en América y en la gigantesca China. No se divisan gobernantes de talla internacional y hasta los barbudos musulmanes se aprestan a la revancha. El mundo está en manos de un viejo como Biden, un agresivo Putin, etc. y todos parecen más dedicados a sacar tajada de la situación para su industria de armamento que en promover acuerdos estables entre los pueblos.


Seguramente la masonería a las ordenes de Satanás, el príncipe de las tinieblas, no estarán lejanos de la situación que padecemos, aquelarres de personas de sexo ambiguo, empeñados en “regalarnos” derechos engañosos y multicolores y drogas enajenantes.


Quizás no necesiten aplicarme la eutanasia pues pienso que me quedan pocos años de vida, afortunadamente y espero gozar de la dicha del Señor en el país de la Vida. Pero hay que salvar a los jóvenes para dejarles un mundo en paz. Recemos por ello. Que el azote de la guerra se aleje. Que la Virgen actúe de intercesora de nuestras necesidades.

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