La felicidad es un estado de ánimo, es satisfacción, es cubrir las necesidades básicas de las personas y avanzar en la autorrealización.También es cierto que la felicidad es un estado mental producto del enmarañado funcionamiento cerebral y bioquímico.Ante la complejidad del tema y en vista de que nos compete a todos, es vital en lo individual estar en una situación permanente de reflexión y meditación de lo que hacemos en el día con día, para que las preocupaciones y los múltiples distractores no acaben dispersándonos.Por otro lado, en lo social es necesario hacer visible lo que está frente a todos y trabajar arduamente para que la búsqueda de la felicidad no quede en buenos deseos.Parece obvio lo que te vengo compartiendo, pero no es así, tan no es así que la Organización de las Naciones Unidas desde el 2013 conmemora cada 20 de marzo el Día Internacional de la Felicidad, como “reconocimiento del importante papel que desempeña la felicidad en la vida de las personas de todo el mundo”.Regresando al ámbito de la búsqueda personal, es clave tomar consciencia que somos presa de manipulación y conducción por parte del sistema y de quienes mueven sus hilos a su antojo.También es necesario darse cuenta que somos fácilmente absorbidos por las preocupaciones y las cosas superfluas, por todo aquello que nos aturden los sentidos y nos colocan en una autopista de alta velocidad de la mal llamada “cultura” del consumo.Regresar a lo básico es hacer la mayor cantidad de respiraciones de manera consciente, es bajarle a nuestras prisas, es disfrutar de los espectáculos gratuitos de la naturaleza, es dialogar más y discutir menos, es reducir nuestro tiempo de conexión a los dispositivos móviles y más conexión con la vida.Precisamente reflexionando en torno a todo esto escribí recientemente un poema que titulé “Sin dueño ni amo”.