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Cada 12 de octubre se nos presenta una copia del desfile del año anterior. Esta vez un poco deslucido por la lluvia. Se ha convertido en un escaparate de los diversos estamentos militares y una ocasión para que algunos manifiesten su desacuerdo con el gobierno así como su apego manifiesto por la monarquía.
Algunos documentos dicen que Santiago, "pasando por Asturias, llegó con sus nuevos discípulos a través de Galicia y de Castilla, hasta Aragón, Celtiberia, la Cesaraugusta romana, hoy Zaragoza, en la ribera del Ebro. Allí predicó Santiago y, entre los muchos convertidos eligió a ocho hombres".
Desde San Sebastián, la reina regente, María Cristina, declaró el 12 de octubre como día de fiesta nacional. Este real decreto está fechado el 23 de septiembre de 1892. Esta declaración se enmarca dentro del ambiente conmemorativo que se organizó con motivo del IV Centenario del Descubrimiento de América y que lideró el presidente del Consejo de Ministros, Antonio Cánovas del Castillo a raíz de una solicitud del Círculo Mercantil.
A veces olvidamos la realidad de los hechos históricos, dejando solapados a sus principales protagonistas. Es el caso de don Luis de Santángel, escribano de ración de la Corona de Aragón, y el auténtico personaje que deberíamos recordar, ya qué gracias a su préstamo, la empresa del almirante don Cristóbal Colón, pudo llevarse a cabo.
La decisión de elegir una fecha concreta y otorgarle esta distinción es complicada, tal y como se reconoce en la exposición de motivos de la citada ley: «Sin menoscabo de la indiscutible complejidad que implica el pasado de una nación tan diversa como la española, ha de procurarse que el hecho histórico que se celebre represente uno de los momentos más relevantes para la convivencia política, el acervo cultural y la afirmación misma de la identidad estatal y la singularidad nacional de ese pueblo».
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