Cada 12 de octubre se nos presenta una copia del desfile del año anterior. Esta vez un poco deslucido por la lluvia. Se ha convertido en un escaparate de los diversos estamentos militares y una ocasión para que algunos manifiesten su desacuerdo con el gobierno así como su apego manifiesto por la monarquía. Parece mentira, pero a mí, en cada ocasión, me siguen aflorando las lágrimas de emoción. Pertenezco a una generación en la que los varones pertenecíamos durante un tiempo, casi siempre de mala gana, al ejército español. Pasados los años, ese sentimiento se convertía en nostalgia y pasaba a permanecer en nuestras mentes como una vivencia memorable. No hay más que ver el fervor con el que los mayores asistimos a cualquier desfile. Viene a nuestra memoria aquella jura de bandera o aquella participación como escoltas en Semana Santa. En medio de la lluvia me he retrotraído sesenta años y me vuelto a ver desfilando por la Castellana. La buena noticia de hoy me la suministra ese ejército moderno, plagado de hombres y mujeres muy preparados, dotados de elementos que les permiten estar desplegados por los países con más problemas sumidos en dificultades de todo tipo. Esto les hace pasar de ser un ejército defensivo o agresivo, a un estamento solidario con los que más sufren. Sobre todo es de destacar la labor de la Unidad Militar de Emergencias UMA), que está siempre presta a intervenir en las catástrofes de todo tipo que se presentan en nuestro país y en todo el mundo. Me parece una gran idea que también participen las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, en especial de la Guardia Civil, que se encuentra presente en los lugares más remotos de España. Creo que es bueno que nos sigamos emocionando. Estos que desfilan son los protagonistas de la dedicación de unos pocos al servicio de la colectividad. Su mejor arma es su presencia solidaria en los momentos difíciles. Es una buena noticia el que por un día hemos dejado de mirarnos con reproches unos a otros y hemos dirigido nuestra vista en la misma dirección.
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