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La teoría crítica de la Escuela de Fráncfort no justificó en el siglo XX la sociedad de su tiempo, ya que partía de la base de que es irracional, injusta y opresora, aunque no sea de forma absoluta y total. Lo que significa que deben cambiar muchas políticas de los gobiernos, para lograr una sociedad más racional y humana.
Me envuelve una extraña melancolía mientras emergen los recuerdos de viejos textos y páginas desechas en un intento de dejar un pasado que, pese a que en su momento se percibió bondadoso y bueno, ahora, se ha entrelazado con el dolor de una rumiación presente y un deseo futuro; páginas que al ser reescritas una y otra vez su esencia perdieron en la atmósfera del miedo.
En nuestro último artículo titulado “Discerniendo la crucial diferencia existencial entre angustia y frustración” nos enfocamos en la diferencia conceptual de “angustia” de “frustración”, indicando a grandes rasgos que la angustia se refiere más bien a un sentimiento preponderantemente de ansiedad que surge cuando nos enfrentamos a la incertidumbre propia del sentido (o de la falta de sentido) ante la certeza de la finitud y la reflexión (si es que se da).
En los tiempos actuales, no se debate sobre la existencia del libre albedrío. Más bien hay una parte de la sociedad que defiende la libertad de cada cual, y el derecho a equivocarse, frente a otra parte que, en aras de lo que se denomina bien común, niega que sus conciudadanos tengan derecho a ese libre arbitrio.
Hace bastante tiempo que tenía postergada la necesidad de compartir con vosotros una breve reflexión en torno a un asunto sumamente importante en nuestros días, tapado intencionalmente con aluviones de excusas y entretenimiento intencionalmente cegador. A saber, el problema de la frustración en las jóvenes generaciones y su trágica confusión con la angustia.
El tiempo es la esencia de la vida. Todos los filósofos se han ocupado de explicar lo que es la temporalidad. Desde Aristóteles que decía que es la medida del movimiento hasta Heidegger que titula su obra más importante Ser y tiempo. Incluso San Agustín escribió que si no se lo preguntaban sabía entender lo que realmente era, pero no era capaz de explicarlo. Aunque reconocía que si nada pasara, no habría tiempo.
Joey Florez, escritor de psicología y cultura digital, lanzará un nuevo libro en la primavera de 2023 que servirá como guía y breve introducción al campo científico de la psicología. Su nuevo libro, A Short Introduction to Psychology, ofrece un contexto histórico del campo científico, incluidos importantes descubrimientos de investigación.
La Filosofía de la cultura de las artes, es una disciplina que nos conduce, orienta a comprender la filosofía práctica de la vida, no es para maltratarla, humillarla, abofetearle y etc., con cosas, momentos soeces sin valor, o para cometer adefesios de toda índole a sabiendas.
La ley moral, según Kant, presupone los postulados de la libertad de la voluntad, la inmortalidad del alma y la existencia de Dios. La ética kantiana es formal y deontológica ya que establece el deber, como lo propio de la conducta humana. Se entiende perfectamente que el imperativo categórico sea incondicionado, universal y objetivo.
El pensamiento filosófico de Hilary Putnam se desarrolló en constante evolución a lo largo de su trayectoria vital e intelectual. No le suponía problemas criticarse a sí mismo, si lo consideraba necesario, en la búsqueda de una mayor solidez de su filosofía realista. Nació en Chicago en 1926 y falleció a los 89 años en Estados Unidos en el año 2016.
En la presente oportunidad intentaremos reflexionar en torno al concepto de “amistad” desde una perspectiva filosófica que nos permita comprender cómo es posible el vínculo amistoso en una sociedad que ha abrazado fuertemente el individualismo rapaz y la pérdida (casi total) de atención que nos prestamos los unos a otros.
Adquirí por casualidad el pequeño librito amarillo de título “La sociedad del cansancio” (Herder, 2022) cuando el otro día fui a dar una vuelta por la Casa del Libro y lo vi sobre la mesa de novedades filosóficas. Y tras leerlo en hora y pico (preso durante todo el cronológico segmento lector de un acuciante vértigo interno, tengo que decir), sentí el impuso de escribir mis impresiones al respecto.
¿De qué sirve la moda, la tendencia, el best-seller del momento, la novedad? Sirve. Sí, sirve. Su utilidad radica fundamentalmente en lograr que no nos detengamos a reflexionar sobre absolutamente nada, experimentando una inautenticidad placentera que nos permite tratar solamente la superficie de las cosas y jamás su fondo, su profundización y razonamiento cabal.
Hoy quisiéramos reflexionar en torno a un problema filosófico interpretado bajo la óptica de los estoicos y que consiste básicamente en la dificultad que representa aceptar la idea de que nadie hace algo malo a propósito, o que el mal proviene de la ignorancia. Cuando se trae esta discusión, siempre alguien sale ofendido o enojado. Veamos por qué.
No existe el Estado perfecto. Al igual que la Iglesia, el Estado debe encontrase en un estado permanente de reforma para conseguir que la justicia que engrandece a la Nación no sea una palabra vacía de contenido.
Todo en este mundo nace desde ahí en armonía con las realidades existentes. Empero, se es difícil de comunicarse cuando hay incomprensión de los seres sociales, y por gusto, antojo hipocresía, envidia, egoísmo, celo y etcéteras, dejamos de entablar comunicación con éste (a) o aquel (lla) Todo es objeto del buen uso, no de la “hipocresía como salvadora del ser humano”.
En previas ocasiones nos hemos expresado en torno a la afectividad circulante y reinante de nuestro siglo, caracterizada por una “empatía envuelta en celofán de 08 bits” para referirnos a la superflua y ficticia forma que hemos optado de querer y hacernos querer mediante una realidad virtual en la cual todos participan para ser vistos pero raramente para interactuar con sentido.
En previas ocasiones hemos tenido la oportunidad de reflexionar y mencionar la importancia del concepto de angustia en la filosofía existencial de Martin Heidegger, refiriéndonos particularmente al rol que la misma ocupa en la analítica existenciaria del único ser que se pregunta por su ser. En pocas palabras, se podría decir que la angustia que nos planteaba Heidegger es propiamente “un miedo sin objeto”.
En las ciencias humanas se analizan infinidad de cuestiones que nos interesan a todos. Por supuesto, la filosofía y la psicología también abordan infinidad de aspectos de la existencia y del conocimiento. Es evidente que ambas intentan explicar y comprender al ser humano, su vida y su mundo. Pero es una tarea inacabable, aunque pueda ser realizada con un cierto éxito. Una de las finalidades esenciales de estas dos disciplinas es hacernos más libres y lúcidos.
Ya Platón escribió que las tres principales ideas son el Bien, la Verdad y la Belleza. La primera y la segunda se enfrentan en el mundo del siglo XXI a infinidad de maldades, falsedades y mentiras. En la sociedad digital parece que todo es cuestión de apariencia y la verdad y el bien quedan relegadas a una función de tercer orden.
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