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Los regalos no suelen encontrarse, más bien se van mereciendo. Padres ilusionados en dar lo mejor de sí mismos, se embarcan, camino de misteriosa esperanza, en busca de aquel don, regalo y compromiso vital. La espera se alarga… los nervios aparecen… el miedo a lo desconocido aterra… Las manos se entrecruzan… Se abre una pequeña puerta… ¡¡Padres de…!!... Lágrimas… miradas… abrazos… ¡¡nuestra niña!!
Quizás nos convendría volver la vista a esos ojos de niño que todos llevamos dentro, cuando menos para propiciar ese cambio que hoy el mundo tanto necesita; máxime en una época hundida en la incertidumbre y en la desesperación. No trunquemos el iris de la ilusión. Hay que buscar tiempo para vivir y dialogar en familia.
Metidos de lleno en el tráfago diario, apenas percibimos los matices de cuanto acontece en la proximidad; todavía son mayores las dificultades en lo referente a los fenómenos alejados del entorno habitual. Se requiere una formación adecuada junto a una fina perspicacia para estar al tanto de los mecanismos involucrados en la realidad del momento.
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