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Podemos ser dueños de nuestras propias ideas y creencias o formar parte de un rebaño que otros dirigen. Tengo la impresión de que hemos pasado sin darnos cuenta de personas a individuos. Muchos pensarán que es lo mismo, pero opino que no. El individuo se asemeja más al integrante de un rebaño mientras que la persona es alguien único, distinto a todos lo demás.
No piensen demasiado en esta línea, su equívoco cruje, nada que ver con la igualdad; su impulso convierte a esta en un sucedáneo, posiblemente indicador de todo lo contrario. La exaltación confunde los términos de forma tendenciosa. Anula la serena observación de los hechos e impide el análisis de los razonamientos pertinentes.
Cada individuo camina con sus soledades difíciles de remediar, porque parten de su realidad radical. Por muchas vueltas que le demos, las pretendidas compañías acaban por dejarnos ante el enigma propio. No será porque no hayamos acudido a incontables dioses a lo largo de la historia, siempre escurridizos y poco presentes en las deliberaciones humanas.
Hoy, la sociedad está pasando un proceso o, mejor dicho, le están “procesando”, con el único fin de, como en los alimentos, parecer que es feliz, parecer que está satisfecho, parecer que es él mismo. Ese proceso nos lo están imbuyendo mediante la generación generalizada de “sequedad mental”.
A estas alturas resultan ridículas las afirmaciones de una justicia igual para todos, de una honestidad proclamada por los propios interesados; en definitiva, de ciertos pronunciamientos caprichosos, con la ligereza como único acompañante. Aunque llegara a estructurarse en instituciones fastuosas o se pretenda legislar en defensa exclusiva de las honestidades propias, queda comprobada por cualquier observador la palabrería huera.
La sequedad mental, no es el paso previo a la indiferencia.
Reconozco que me ensimisma ese celeste cielo que vierte versos en cada esquina, recreándome en mil sueños, alegrando todas las atmósferas existenciales, hasta entusiasmar toda vida y hacer que despunte la emoción de renacer por dentro y por fuera.
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