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Pasan los días y a pesar de que cada momento estamos más cerca de la fatídica fecha del 27 de noviembre en la que si no se ha elegido todavía a Pedro Sánchez como Presidente del Gobierno tendremos que votar nuevamente el próximo enero, las espadas continúan en alto, lo mismo que las conversaciones entre PSOE y Junts para ver si alcanzan un acuerdo por el que los siete votos de los diputados del partido de Puigdemont sean favorables al líder socialista.
Viven en Cataluña, región española, pero dicen sentir "desolación y desamparo". Observan la “basura de los bonos catalanes” y el silencio de los que podrían hablar. Todo es una farsa. Como dice el señor Gabriel Rufián: “Amnistía para sentar las bases para que haya un nuevo 1-O”.
Se afirma que la geopolítica es amoral, e incluso inmoral. Se presenta esta característica como un fatalismo por el cual es imposible que intervengan en ella elementos como la conciencia o la ética. Pero siendo esto cierto, no es una regla de acero. Cualquier definición extrema es siempre inexacta.
Siempre he sentido una especial fascinación por Emiliano Zapata, el revolucionario mexicano. No precisamente porque fuese padre de 16 hijos de 14 mujeres, aunque eso me parezca una auténtica heroicidad que, por demás, parece que no le resultó incompatible con las relaciones que tuvo con algunas personas de su mismo sexo. Me fascina porque me parece que actuó siempre guiado por un impulso moral liberador de los demás tan generoso como inquebrantable.
La pasada semana el rey Felipe VI nombró como aspirante a Presidente del Gobierno a Alberto Nuñez Feijóo, candidato del PP, partido ganador de las elecciones generales del 23-J, a pesar que, hasta este momento, el candidato real no tiene en su zurrón el número de votos suficientes para alcanzar los 176 votos afirmativos que le darían la mayoría absoluta con la que poder alcanzar la Presidencia del nuevo Gobierno de España.
El momento político de España ofrece el mejor guion de cine que cualquier guionista pueda imaginar. Si nos atenemos al esquema del viaje que el héroe debe realizar, el momento es que empieza la aventura. Venimos de unos resultados electorales que dejan la partida de ajedrez en tablas pero que también invitan a uno de los contendientes a iniciar un proceso.
La semana pasada el diputado Batet, de JUNTS, al final de su intervención en el Parlament de Catalunya durante el debate de Política General demandó al presidente Aragonès que, dado que, según él, el Govern no estaba cumpliendo con los acuerdos de investidura, sometiera su cargo a una moción de confianza.
Cuando hablamos de políticos despreciables, incluimos ahí varios infravalores entre los que se encuentra la resistencia a marcharse del cargo, renunciar al sueldo, prescindir de numerosos privilegios, prebendas y un largo etcétera. El último caso con el que hemos tropezado es el de Laura Borràs quien, hasta ayer, era presidenta del Parlamento catalán.
Hace poco más de una semana que, en primera instancia, ERC y JUNTS, los socios de Gobierno de la Generalitat de Catalunya consiguieron que los presupuestos para el próximo año pudieran echar a andar. No fue como ambos partidos querían, una vez más se rompió la ilusoria unidad del independentismo y la CUP, formación anti capitalista, volvió a sus raíces y se mostró reacia a dar el sí.
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