La semana pasada el diputado Batet, de JUNTS, al final de su intervención en el Parlament de Catalunya durante el debate de Política General demandó al presidente Aragonès que, dado que, según él, el Govern no estaba cumpliendo con los acuerdos de investidura, sometiera su cargo a una moción de confianza. Esta solicitud fue la gota que desbordó el vaso que desde la creación del gobierno de coalición entre ERC y JUNTS ha ido llenándose con los resquemores y desconfianzas de los post convergentes hacia ERC.
El Govern de Catalunya ya nació con fecha de caducidad, este matrimonio de conveniencia, desde el principio, estaba destinado a subsistir lanzándose la vajilla a la cabeza. JUNTS, antes de las elecciones se veía como caballo ganador y Laura Borràs como Presidenta de la Generalitat, però los votos les dejaron por detrás de ERC. No les sentó nada bien ser los segundos en el ranking independentista y alargaron hasta el límite la firma de un acuerdo para hacer a Pere Aragonès presidente y entrar en un gobierno de coalición que sus bases más esencialistas junto con Waterloo nunca desearon.
En el intercambio de "cromos" Laura Borràs consiguió la presidencia del Parlament, y así comenzó a caminar una legislatura marcada por la división entre los socios de gobierno, unos, considerándose los guardianes de las esencias patrias, negando en todo momento el pan y la sal al gobierno de Pedro Sánchez, y los otros, ERC, más pragmáticos, intentando dialogar con un gobierno de España que a lo único que ha accedido ha sido a indultar a los presos políticos catalanes, y, no olvidemos, que dicho indulto llegó al tiempo que la Comisión Europea lo demandaba.
Desde un principio JUNTS intentó boicotear la Mesa de Negociación, boicoteada también por el deep state español mediante el uso desmedido de las cloacas policiales y el CNI. Una parte de la dirección de JUNTS, representantes de la radicalidad, ha venido buscando excusas para salir del Gobierno pensando que en unas nuevas elecciones JUNTS se alzará con la victoria prometiendo una independencia a corto plazo. Lo mismo que hace, día sí y día también, la ANC, en algunos de cuyos actos se ha visto muy cómoda la plana mayor de los post convergentes a pesar de los gritos contra el Govern y de los silbidos y abucheos a la antigua presidenta del Parlament, Carme Forcadell, condenada a 11 años de cárcel por defender la independencia de Catalunya.
Este verano las relaciones entre los dos partidos que gobiernan Catalunya se enquistaron un poco más cuando Laura Borràs fue suspendida como Presidenta del Parlament. Cuando la señora Borràs encabezó la lista electoral de JUNTS todos sabían que esta suspensión podría llegar en cualquier momento. La presidenta de JUNTS estaba en el punto de mira de la Justicia por un afer que nada tiene que ver con la política, la concesión de unos trabajos en la Institució de les Lletres Catalanes cuando presidía la entidad, mediante la presunta maniobra ilegal de dividir los mismos para no tener que acudir a la oferta pública y beneficiar a un amigo. Una cosa que suelen hacer muchos, pero que es ilegal la haga quien la haga. El Reglamento del Parlament, firmado y acordado por JUNTS, ha llevado a Borràs a la suspensión. No le ha gustado nada, y cual nueva Juana de Arco del independentismo ha desgarrado sus vestiduras asegurando que es inocente, de momento tan solo es presunta culpable, que la procesan por ser independentista y que ha sido ERC el culpable de su suspensión.
Una parte de JUNTS desde un principio se ha encontrado incómoda compartiendo gobierno, sus fieles desde twitter lanzan soflamas e insultos al presidente Aragonés y los suyos, para algunos de los hooligans que creen que las redes sociales son el Parlament ERC ha traicionado la Declaración Unilateral de Independencia que hace cinco años se aprobó en el Parlament de Catalunya. Todos ellos olvidan que fue precisamente uno de sus líderes, el entonces President Puigdemont quien a los pocos segundos suspendió sine die aquella DIU. La independencia no está a la vuelta de la esquina, el camino es largo y no se pueden vender vanas ilusiones a los votantes. Firmar un papel que diga que somos independientes no sirve para nada, hacen falta muchas más cosas que hace cinco años, cuando votamos el Referéndum, no se tenían, hace tiempo lo dijo la Consellera Ponsatí “íbamos de farol”.
Ahora la militancia, las bases, de JUNTS están votando si se quedan en el Govern de Catalunya o se van. Es posible que según sea el resultado el partido quede dividido, como mínimo quedará con una herida abierta porque las posiciones se han enquistado. Una parte de los militantes y de la cúpula están por dejar los sillones del Govern porque consideran que ERC está ralentizando el camino hacia la independencia, la otra parte, más institucional, piensa que fuera del poder que da administrar el presupuesto hace frio y quieren seguir calentitos. Tiene gracia que tres o cuatro mil personas tengan en su mano el futuro del actual gobierno de Catalunya. Tal vez desde JUNTS algunos tienen miedo a gestionar la crisis económica y social que tenemos en puertas. O tal vez son dos maneras diferentes de gobernar las que defienden ERC y JUNTS, un simple problema de derechas e izquierdas, de querer favorecer a los más desfavorecidos o de mantener los privilegios de los de siempre.
Uno de los miembros de la ejecutiva de JUNTS, el abogado Cuevillas, hoy ha dicho que la ruptura del partido es posible y que también sería posible que acudieran a las elecciones en una lista conjunta con la ANC. El PSC se frota las manos. Pero unos y otros olvidan que el fantasma del fascismo que recorre Europa ya es una realidad en España escondido entre los pliegues de las banderas azules del PP y verdes de VOX, y si estos llegan al poder ya nada será igual.
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