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Necesitamos a Kafka, porque Kafka desnuda a un poder que nos impone una pesadilla cotidiana, una barbarie a escala industrial. Esa es la razón por la que su obra sigue sacudiendo saludablemente nuestras conciencias hoy con igual o más vigor que hace un siglo. La imprescindible furia revolucionaria que impregna la obra de Kafka, su afán por señalar a un poder castrador para poder demolerlo, es hoy más urgente.
En la producción escrita de Kafka que nació en 1883 y murió en 1924 aparecen numerosas cuestiones que son filosóficas o metafísicas. Fue un escritor y abogado judío que, a través de su escritura, causó un profundo impacto en la literatura y en la filosofía de los siglos XX y XXI.
Hace unos días, tuve el honor de exponer ante un selecto grupo de funcionarios y empresarios en la República Checa. Expuse sobre La Metamorfosis de Kafka. Al momento de preparar la presentación, entendí que debía hablar desde mi sesgo, el mundo de la economía, las políticas públicas y las finanzas. ¿Un dicho para justificar mi sesgo?
Relata Kafka, en “La Metamorfosis”, la mutación del protagonista, que se acuesta humano y se levanta convertido en un enorme insecto. Se dice que Kafka entrevé, de esa manera, la venida inminente del totalitarismo, tal vez sin saber de manera exacta de qué se trata, y lo refleja en sus obras. Su entorno familiar y, sobre todo, la condición de funcionario, oficio primordial ligado a cualquier deriva tiránica, favorecen esa suerte de precognición.
Franz Kafka es la mirada profunda, el abismo de unos ojos negros e insondables que nos observan desde el fondo de la angustia sin parpadear. Hay quien dijo que, a su lado, los sufrimientos de Proust parecían cotilleos de portera. Puede que ahora la moda esté en dar la vuelta a las cosas con el único fin de parecer original. Puede que ahora lo que parezca digno de resaltar para los críticos de profesión sea el humorismo en Kafka.
Recientemente tuve la oportunidad de ver y escuchar LOS AMORES DE KAFKA un extraordinario film de producción Argentina-Checoeslovaca rodada y ambientada en la ciudad de Praga por el año de 1988, protagonizada por Jorge Marrale, además con el valor agregado de la música de Wolgang Amadeus Mozart y también de Johann Strauss.
Hace unos días tuvimos la oportunidad de viajar y visitar la ciudad de Praga con el apoyo de EUROPAMUNDO, emprendimos una excursión con muy buenos guías, como primera impresión y al cruzar a pie uno de los puentes de Praga, capital de la República Checa, quedamos fascinados por su belleza arquitectónica y monumental, el río Moldova que atraviesa esta ciudad, su gente hospitalaria y sus mujeres guapérrimas.
Esquizofrenia, del alemán Schizophrenie, y este del griego σχίζειν ‘escindir’, y de φρήν, φρενός ‘entrañas; alma, mente; pensamiento; conciencia; voluntad; deseo’. [Decidan ustedes en lo que están más divididos]. “Un libro tiene que ser el hacha para el mar helado que llevamos dentro”. Kafka. [¿Puede serlo un artículo?]. Porque la conciencia duele. Porque somos quienes nos pueblan, desde que nacemos hasta que morimos.
Hay una tendencia ridícula en la literatura de hoy en día y es la de iniciar el libro con una frase impactante. No importa que, tras esa frase, la retahíla de retórica que venga después, en cada uno de sus párrafos, no sea más que paja mojada de un vulgar granero. Lo que importa es que el lector, aquel descuidado lector, se sienta atraído por una portada de atractivo diseño y por una frase inicial que deje con ganas de resolver el enigma a la siguiente oración.
¿Quién sabe si las cucarachas huyen del fuego y se refugien en nuestras casas? El grano ucraniano tarda una eternidad en llegar a no sé que puerto turco. Después de veinte años del ataque a las torres gemelas parece que han encontrado y asesinado a un ayatolá. No parece sea ninguna buena contribución a la paz.
‘Herido leve’ es el nuevo libro de Eloy Tizón (Madrid, 1964), editado por Páginas de Espuma. Como título, ‘Herido leve’ quizá pueda resultar algo equívoco porque Tizón lo es todo menos un «herido leve» de la literatura. Tal vez el subtítulo del volumen, ‘Treinta años de memoria lectora’, ponga al lector en el camino correcto para saber qué es lo que sostienen sus manos.
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