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Pido disculpas por el título, pero no es un error. No he querido escribir mediador, que es lo que Zapatero dice que es. Pero sí he utilizado las mismas letras colocadas en otra disposición para definirlo. Porque Zapatero es un siniestro personaje que, después de dejar a España hecha unos zorros, presta ayuda a un mandatario que tiene a su país (Venezuela) al borde del descalabro total.
La mediación familiar es un proceso voluntario y confidencial en el que un mediador imparcial facilita la comunicación entre las partes involucradas en un conflicto como divorcios, custodia de hijos, herencias o disputas patrimoniales. El objetivo principal es llegar a acuerdos mutuamente aceptables y beneficiosos para todas las partes, evitando así la confrontación y el litigio en los tribunales.
En el Ángelus del domingo, 6 de marzo, el papa Francisco informó que dos cardenales se encontraban en Ucrania para ser «la presencia no solo del Papa, sino de todo el pueblo cristiano que quiere acercarse y decir: “¡La guerra es una locura! ¡Deténganse, por favor! ¡Miren qué crueldad!”».
La Justicia es más lenta que ciega. Lo es, sobre todo, porque cualquier ciudadano sensato, sintiéndose mínimamente agraviado en su amor propio, acude instintivamente a ella. Ciega, también, al menos desde mi particular punto de vista, si bien este postremo epíteto no sea el adjetivo más adecuado con el que calificarla de iure.
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