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En aquella vivencia extraña, yacía mi cuerpo enfermo y tieso, sobre la cama. Respiraba a medias y tenía taquicardias. En aquella ocasión supe del cielo y del infierno, de los que me hicieran daño, de lo que era y de lo que eran, de que fuera víctima… del engaño.
La bendición está al otro lado de mi cama…
La maldición cayó sobre tu sombra...
Un día cambió tu sonrisa ahora invertida...
Este es un cuento sencillo, el cuento que siempre quise contar, que guardaba en un bolsillo del pantalón, que quería transmitir y no podía, porque no había a quien o no había quien quisiese escucharlo con paciencia. Ahora alguien lo leerá.
El mundo está podrido, mucho vicio, poco aguante, poca bondad cosechada, poca boquita rosada que nada dice más que hola, y yo no sé si soy rosa o amarilla o caprichosa. Y yo no sé si soy diosa o Eugenia u otra cosa. Considero que soy nadie, considero valgo nada. Considero la distancia y no hay luz ni fragancia. No hay nada valioso ni otra cosa.
Comprometo. Las comprometo. Las comprometo ante sus novios y sus maridos. Ante sus hijos y sus padres. Incluso las comprometo ante sus vecinos. Ante sus furtivos amantes las comprometo. Abordándolas en las calles las comprometo. En todo tipo de espacios públicos las comprometo.
Llenaré mis días de felicidad, cuatro habitaciones llenas de armonía, estará muy cerca del mar, bonitas serán las vistas que se ocuparán de mi inquietante soledad, que cubrirán mis años finales, venderé todas mis cosas y me mudaré, mis planes son esos y los realizaré.
Revisa en otras avenidas que yo no seré la segunda. Quiero que ocupe el puesto otra, juro no ponerme celosa cuando me toque verlo. Sí, cuando tengas hijos de ella y la vida vuelva a tener sentido para ti… Volverías a olvidarte de mí y después ya no habrá nada, pues los años van en contra. Tampoco seré la tercera ni tú querrás que lo sea.
- ¡Ríndete!!
- Jamás.
- No tiene sentido, soy el mejor espadachín de Francia.
Desapareceré, podré, ya me saqué el pasaporte, jamás me volverás a ver. Moriré si es preciso, pero no iré por donde me marques el rumbo para burlarte de mí.
Mi amigo de Internet me quiere. El francés del Sur me sorprende con su "buenos días" cada mañana. Sin él, no puedo vivir.
La vida está hecha de sencillos momentos, instantes serenos que llenan mis cuentos, campos de batalla, sucesos ciertos naciendo y viviendo. Son recuerdos y eso es lo que somos, tormento, malestar, gloria, risa, diversión, lágrimas y la ley del silencio que permite revivir y sentir de nuevo.
Alguien-Que-Mereciera-Llamarse-Lulú conoció, sin procurarlo, a La-Muerte-Que-Te-Alcanza, en un crepúsculo del mil setecientos.
El secreto de la felicidad
Es no ir donde no te gusta.
Hijos científicos, se casaron dos números fijos y luego tuvieron hijos del dos más dos que quizás llegarán a ser ingenieros, médicos, maestros, otra cosa, a los que quizás dejen huérfanos un día temprano.
La herida ya no mancha.
Doña Prudencia me aconsejó que llegar a vieja sana iba a ser lo mejor, con educación y belleza, dedicación y buen humor, muy lejos me marcharé con la cabeza muy alta, el cabello en una trenza y espero... no regresar jamás.
Los años pasan… lo sé también… y a pesar de mi optimismo también veo que no he realizado muchas de mis nobles aspiraciones. No debe importarme me repito una y otra vez.
Lo paso mal de verdad porque piensan cedo fácil. Son recursos de su diabólico comportamiento, fuera de lugar y que sin importar, aún la culpa puedo llevar y nadie hace nada. En el trabajo me acosan, y eso sólo se hace para hacer daño.
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