| ||||||||||||||||||||||
Hay quienes le tienen severa alergia y repulsión, otros la veneran sin entenderla, otros dicen portarla para someter a los demás, otros tantos pasan de ella porque les da igual, otros la necesitan para trabajar, otros la buscan permanentemente y la defienden a capa y espada, creyendo que así la vida es más auténtica. Pues amigos, el problema de la verdad nos acompañó siempre, y no pierde vigencia.
Parece duro empezar afirmando que los negacionistas suelen ser gente peligrosa, pero hablando histórica y antropológicamente, todo cobra sentido, cuando comparamos con perspectiva histórica a quienes en 1600 negaban que la Tierra da vueltas en torno al Sol, y acabaron con Giordano Bruno en la hoguera y a punto estuvieron de hacer lo mismo con Galileo Galilei, afirmando que el sol era solo una estrella más.
El Instituto de Estudios Catalanes, y creo que también lo habrá hecho la Real Academia de la Lengua Española, ha incluido en su diccionario la palabra negacionismo que ha arraigado debido al Covid-19. Existen negacionistas no solamente del Covid-19, también del mal.
Nos han pintado un mundo, que “ellos" no habían creado. Nos han colocado en medio “como figurantes”, simplemente de paso. Nos han vestido con “la ilusión de otros”. Nos quieren hacer vivir sin creatividad personal, “como bestias atemporales…”
En la presente nota intentaremos ofrecer una reflexión en torno a un absurdo garrafal que atraviesa nuestra cotidianidad desde tantos puntos de vista que es ridículamente tosco siquiera escuchar en nuestro tiempo algo que tenga que ver con un anclaje empírico con una realidad tácita que nos interpela completamente.
Jorge Carrión en su escrito 'Menos negacionismo y más museos' se refiere al genocidio serbio. Esta realidad a pesar de que el alcalde de Srebrenica la niegue, se la puede aplicar a todos los genocidios habidos y por haber. El autor del escrito mencionado sigue redactando: “El siglo XX terminó con la construcción por todo el mundo de memoriales y de museos para recordar unas atrocidades que no se deberían repetir."
Es muy difícil comprender que una señora que trabaja en laboratorios farmacéuticos, tras tantas experimentaciones con humanos de una vacuna que, de momento, no ha provocado graves efectos y parece eficaz, se niegue a ponérsela. Lo de la mascarilla me parece un desafío, sobre todo cuando viene de Barcelona, ciudad gravemente infectada. ¿Qué nos está pasando?
Nunca he coincidido con él, a pesar de tener algunos amigos y conocidos comunes. Sin embargo, confieso haberlo seguido de forma esporádica desde que, teniendo yo unos catorce años, lo viera en un famoso programa de televisión que presentaba el recordado José María Íñigo. I
Aviso a navegantes el presente artículo no resulta agradable para nadie que se llame español, ya que vamos a ver si todavía quedan hombres y mujeres de verdad que aman a su Patria, o si por el contrario pertenecen al 99 por ciento de aborregados, miedosos y que cuando tienen un problema delante, actúan como las avestruces, escondiendo la cabeza bajo tierra.
|