Jorge Carrión en su escrito 'Menos negacionismo y más museos' se refiere al genocidio serbio. Esta realidad a pesar de que el alcalde de Srebrenica la niegue, se la puede aplicar a todos los genocidios habidos y por haber. El autor del escrito mencionado sigue redactando: “El siglo XX terminó con la construcción por todo el mundo de memoriales y de museos para recordar unas atrocidades que no se deberían repetir. El problema es que los pilares que sostienen el siglo XXI no son físicos, sino digitales. Entre el 1998 que es cuando se funda Google y el 2005 que se funda Facebook, se crea la arquitectura virtual que sostiene nuestra realidad. Esta estructura favorece los negacionismos más antiguos como los más nuevos (el coronavirus o, incluso, el clítoris). Los algoritmos favorecen la propagación de los bajos instintos y, con estos últimos, de la ultra derecha. Jair Bolsonaro, Donald Trump, Santiago Abascal o José Antonio Karst. No hubiesen llegado en donde han llegado sin este peligrosísimo sesgo”.
Últimamente se utiliza mucho la palabra “algoritmo”. ¿Qué es un algoritmo? De Wikipedia extraigo: “Muchos autores señalan los algoritmos como listas de instrucciones para resolver un cálculo o un problema abstracto, es decir, que un número finito convierte los datos de un problema (entrada) en una solución (salida)”.
La Vanguardia del 6/12/2021 publica el reportaje: “Un algoritmo impreciso condiciona la libertad de los presos” escrito conjuntamente por Laura Aragó y Gemma Saura, El párrafo inicial del reportaje reza así: “¿Una máquina puede decidir sobre la libertad de una persona? Se dice Rescanvi y funciona en las prisiones y tribunales de Cataluña desde el 2009. Es un algoritmo. Con el cálculo frío de un ordenador mide el riesgo de reincidencia de los presos para ayudar a los humanos que forman el sistema penitenciario y judicial ante una de las disyuntiva más difíciles: Aclarar si un interno está a punto de salir de la cárcel o si se le mantiene encerrado porque todavía supone un peligro”. A pesar de la participación humana la máquina juega un papel importante en la toma de decisiones que no son fiables.
La inteligencia artificial no es un buen árbitro para medir y prevenir el comportamiento humano. A pesar que no se puede predeterminar quién llegará a convertirse en asesino en serie. Ni qué políticos se convertirán en Bolsonaros, Trumps, Abascals o Kasts. Ni prever quienes serán depredadores sexuales como Jffrey Epstein y Ghislaine Maxwell. Ni estafadores de ancianos como Artur Segarra, Francisco Comitre y Enrique Peña. Sin el propósito de escandalizar a nadie en particular porque ninguno de los nombres mencionados llevaba grabado en su frente lo que llegaría a ser. Eran personas normales como el lector y quien escribe. Nadie podía sospechar la maldad que escondían en lo profundo de su alma. Como dijo Yehiel Disur al ver a Eichmann que no tenía cara de asesino encerrado en una jaula de cristal a prueba de balas durante el juicio: “Eichmann es en todos nosotros”.
Si en el origen de la raza humana no hubiese existido Adán que comió el fruto del árbol prohibido, el pecado no se hubiera introducido en la especie humana. Sin este perverso acontecimiento no sabríamos qué es la maldad. Como la cosa no es así y no puede cambiarse lo sucedido, la maldad persistirá hasta el final el tiempo. El apóstol Pablo escribiendo a los cristianos residentes en Roma despeja el cielo de nubes para que en sus mentes no hubiese la más mínima duda. Describe los sentimientos de Dios que le provoca ver lo que ocurre en la Tierra: “Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad de injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad” (Romanos 1: 18).
Hoy se dan muchos negacionismos. En una época tan dramática como la que nos toca vivir proliferan los negacionistas de las vacunas que no se perciben del error que cometen hasta que no se encuentran instalados en la UCI con sus vidas pendientes de un hilo. Proliferan los negacionistas del pecado a pesar de las evidencias que se dan día sí y otro también. Por descontado, también proliferan los negacionistas de Dios a pesar de que “lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues, Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de Él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa” (vv.19, 20).
La ceguera humana es tan fuerte que “habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios” (vv.21, 22). La consecuencia de este negacionismo obtuso fue que Dios “los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones” 8v. 24).
La consecuencia de persistir en su negacionismo “Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen, estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad, llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños, maldades, murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacable, sin misericordia” (vv.28-31).
Negamos las consecuencias del pecado que hemos heredado de Adán para no tener que arrepentirnos ante Dios y empezar a andar en novedad de vida y así no abandonar el estilo de vida que nos arruina.
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