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Si bien lo que estamos viviendo en estos momentos globales de conflictos de extrema gravedad y no menos riesgo y si tenemos en cuenta que la defensa y la seguridad internacional forma parte de una complicada estabilidad dentro del sistema internacional. Una realidad no ajena a las guerras, conflictos que se están desarrollando en la actualidad en el mundo.
Los pueblos necesitan parar las guerras porque necesitan la paz para vivir. Ahora mismo, el pueblo palestino necesita parar la guerra, lleva muchos años sufriendo la muerte del Estado israelí. El pueblo israelí necesita parar la guerra, porque es inocente de la larga muerte del Estado israelí contra la vida del pueblo palestino.
Es una realidad que a veces no se nota, pero está como satanás detrás esperando turno para actuar, y se llama fanatismo. El que se viste de miles formas: de saco y corbata, de obrero, de campesino, de político, de buena gente, etc., y se desplaza en muchos rumbos y subterfugios solapados, y eso es peligroso en estos tiempos modernos para las sociedades, gobiernos, desarrollo y bienestar común para todos.
“La religión tiene que ser algo íntimo y personal. Cuando invade el espacio público, se puede desatar la guerra” (Joann Sfar, dibujante francés de cómics). Teme, sobre todo la manera en que la religión puede condicionar la educación “teniendo la clase de democracias débiles que tenemos en Europa”.
No hay mejor ruta que la de hacer el camino existencial unidos, es la orientación debida y la mayor concreción para conseguir realidades colectivas. Desde luego, estar juntos armoniza y embellece. Personalmente, lo descubrí en uno de los pregones que ofrecí en la mística localidad hispana de Torre de Juan Abad, ante una multitud de gentes, caracterizadas por su entrega de corazón.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, participará en la cumbre del G7 de este año, que tiene en el centro de su agenda la guerra de Rusia en Ucrania y las amenazas del presidente Vladimir Putin de emplear armas nucleares en ese país. El G7 está compuesto por Japón, Italia, Canadá, Francia, Estados Unidos, Reino Unido y Alemania. Durante un corto lapso de tiempo, Rusia formó parte del grupo, que pasó a llamarse en ese entonces G8.
Soy de la opinión de que los andaluces hemos heredado mucho del sentido filosófico de nuestro antepasado Lucio Anneo Séneca. Acostumbrarnos a emitir sentencias determinantes sin apenas darles importancia. En un espacio televisivo reciente tuve la oportunidad de escuchar a una cantante, muy valorada por mí, una de ellas.
Para establecer una reseña sobre la canción “Un himno para el mundo”, se juega con unos conceptos a raíz de la base de un poema creado por la poeta, artista y compositora costarricense Ligia Calderón Valerín adaptado de manera musical con armonía a través de arreglos de Teresa Mascarenhas y la voz de su esposo John Mascarenhas, en el cual ambos le dan forma para establecer un maravilloso himno a la paz, al sosiego, a la estabilidad, al perdón...
Como ciudadano de a pie, finalizando 2022, fatídico año para la convivencia, pediría, como muestra de señal “inteligente”, que se pudieran formar “mesas de diálogo social”, con temarios exclusivamente centrados en la historia de nuestra sociedad, con objetividad intelectual, seria y honrada.
Todos los años una gran parte de la humanidad ilumina de una forma extraordinaria las calles y plazas de sus pueblos y ciudades huyendo de la oscuridad de la noche para acercarse a la luz que proyecta la alegría de una buena nueva: el nacimiento del niño Dios.
Alguna vez siento ganas de gritar y siempre lloro de pena, hoy dormí 4 horas en la tarde que me hacían falta, me hicieron bien, lo sé, me reanimaron...
Cuando ustedes lean el presente artículo, ya se sabrá el resultado del partido final de la Copa mundial que se realiza en Qatar organizado por la FIFA. Unos celebrando la victoria y otros llorando no haber podido hacer lo deseado para evitar la derrota. Hoy, la mayoría en el mundo con gran expectación espera una final grandiosa.
Todo ser humano sueña con un mundo más equitativo y solidario, con unas condiciones de vida dignas y una armónica convivencia que active las relaciones entre las personas. Sin embargo, con demasiada frecuencia no sucede así. Por eso, el buen talante y la disponibilidad hacia las compasivas acciones, acrecienta el entusiasmo y nos llena de vida.
"Durante la perestroika, todo el mundo tenía ideas semejantes. La glasnost trajo la libertad de expresión y el pensamiento libre y eso era vital para la sociedad soviética después de décadas de terror en donde se mataba y se capturaba a las personas para trasladarlas a los gulag. No se podía hablar".
Debiéramos estar más en disposición responsable; sobre todo, para repensar los modelos de crecimiento y desarrollo económico que nos han llevado a una degradación ambiental y a que la población, en su conjunto, no se ponga al servicio de la persona humana.
El aposento del escritor estaba desarreglado, era una vieja costumbre y olía a canela y café recién hecho y encima de su mesa de escribano había todo tipo de fotografías filial, era como ver una obra de teatro de una época de reinado.
Hay que meterse en faena, con transformaciones audaces, profundamente reformadoras. Tenemos que asentar la invención y la conjunción de fuerzas. Nos necesitamos todos por muy distintos que nos veamos y por muy distantes que nos encontremos. Es menester instaurar un espíritu cooperante y colaborador de los unos con los otros, en un afán que ha de dignificarnos como seres en camino, para la reconstrucción de un orbe más de todos que de nadie, más humano y consolador.
Creando la paz...
La vida, que en realidad es un sublime concierto entre moradores, deseosos de darse vida entre sí, hay que batallarla por dentro a través del verso y la palabra, al menos para no destruirnos a nosotros mismos. En consecuencia, reconozco que la independencia siempre ha formado parte de mi preocupación, aunque la realidad de la dependencia siempre está ahí, en nuestra diaria ocupación.
Así empieza Llàtzer Moix su escrito Soldados de la verdad: “Cada día vemos en los telenoticias soldados y voluntarios ucranianos armados y dispuestos a defender su país. Cada día vemos en la tele periodistas que defienden la verdad con el micro y la cámara, con el boli y bloque de notas. Estos no llevan uniforme, pero también se les puede llamar – soldados de la verdad -. Su valentía no desmerece la de aquellos que empuñan armas”.
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