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Qué tendrá que ver la política con los tsunamis, a no ser que un maremoto se tome en sentido figurado de la palabra, o sea un tsunami que lo inunde todo, totalmente artificial, porque el otro se basa en causas que para más inri son naturales, pero destructivas, devastadoras, catastróficas; es cuando un tsunami se inicia con un terremoto en el mar y crea el caos.
No voy a entrar en discernir de qué parte está la verdad. Ni siquiera voy a dilucidar quién tiene la razón. Lo que me preocupa es que a mí, y a mi familia, nos está involucrando y perjudicando. No estoy preparado para denunciar a los culpables, “Entre todos lo mataron y el solo se murió”. El caso es que estoy siendo invadido por una sensación de alerta precursora de un “canguelo” indescriptible.
Serán aquellas tareas humildes, esforzadas para aclararnos las ideas de entre la madeja indiscriminada de conocimientos en la cual hemos convertido la comunicación social. Para entresacar las mejores cualidades de cara a una convivencia satisfactoria.
En un libro de Bernabé Tierno titulado Optimismo vital esto está desarrollado de una manera extensa y profunda a la vez. Tierno fue psicólogo, pedagogo, psicoterapeuta y escritor. Nos ha dejado numerosos libros divulgativos de psicología y ha desarrollado una extraordinaria labor de conferenciante. También es muy destacable su participación habitual en distintos medios de comunicación.
No es la primera vez –ni será la última, mucho me temo- que utilizo el mismo epígrafe que ahora encabeza estas líneas para titular alguno de mis artículos de opinión. Evidentemente, todos ellos tienen algo en común, de lo contrario no tendría sentido semejante acopio de simpleza y vulgaridad.
Me sorprende sobremanera que, con la que está cayendo en Cataluña, el Gobierno siga mirando al alero y sin ponerse a trabajar. La Constitución se nos va de las manos por la reiterada dejadez de nuestros políticos, muy alejados en su quehacer y preparación de aquellos que dieron ejemplo durante la transición.
No vamos a entrar en la compleja sentencia dada a conocer este lunes por el TS, por aquello de que “Doctores tiene la Santa Madre Iglesia que os sabrán responder” cuyo origen se encuentra en la Doctrina Cristiana, nombre del catecismo del padre Astete (1537-1601) y es evidente que, una sentencia de casi 500 folios, puede tener mucho que analizar, poco que rectificar (dada la solvencia de los magistrados del TS que la han redactado) y el grave peligro de tener la intención.
Cuando me dispongo a escribir mi artículo semanal tengo como ruido de fondo una de las variadas y parecidas tertulias de la tele hablando de la sentencia del “proces” que seguramente no han tenido tiempo de leer, salvo las filtraciones interesadas ¡qué vaya usted a saber!
Nos gusta hablar de los ambientes acechantes, pero no tanto de los ambientadores involucrados en su gestación; quizá por la cuota correspondiente a quienes pretendemos pasar desapercibidos. Las responsabilidades se difuminan bajo múltiples maquillajes.
El encuentro entre mundos diversos siempre es un fructífero acontecimiento, puesto que activa la creatividad del diálogo, promoviendo ese abrazo que nos universaliza y hermana. Ese espíritu de caminantes, de exploradores de existencias, es innato a toda vida.
Es incomprensible como soportamos este ristra de ineptos políticos, zampabollos que solo piensan en si mismos. Ya ni siquiera en sus partidos, solo el puro ego y su bolsillo. ¿Cómo somos capaces de soportar tanta desfachatez, soberbia, orgullo, vanidad e ineptitud tanto personal como cultural en la casta política que nos invade?.
Durante una noche de un 6 de octubre de hace 89 años, mi madre decidió contribuir con un ciudadano más al censo electoral de la nación española, al menos en calidad de aspirante. En muchas ocasiones me he preguntado, lo que hubiera hecho si, en aquellos momentos de neonato, hubiera podido tener la visión de lo que me esperaba vivir durante tantos años, algo que, por cierto, nunca pensé llegar a alcanzar.
En un mundo tan cambiante como el actual, siempre hay que ponerse en camino, no cabe la resignación, sino el levantarse con el impulso de revivir y tomar nuevos entusiasmos para poder hacer frente a los retos que plantea el momento.
El mundo tiene necesidad de gentes dispuestas a donarse, de personas activas en lo armónico, de ciudadanos manifestando con su vida la ejemplaridad en sus actuaciones, transmitiendo otros aires más alentadores, fruto del esfuerzo colectivo de cooperación entre análogos, que aminoren la incertidumbre reinante en todo el planeta.
Hermanos: parece que todo nos lleva a que en un futuro nos moveremos en coche eléctrico, y que esa será la solución para nuestros males medioambientales. Puede ser. Pero me surgen importantes dudas de carácter urbanístico para creer que ello vaya a ser posible más allá que en el transporte colectivo (trenes, autobuses, tranvías).
El rector de la Universidad Nacional de Santiago del Estero, Prof. Ing. Héctor R. Paz, participará en la Conferencia Mundial del Consejo Global de Decanos de Ingeniería (GEDC), que se desarrollará del 20 al 23 de octubre en la Pontificia Universidad Católica de Chile.
Quizá la desorientación sea nuestro estado natural y el remo pieza fundamental para el mantenimiento en ruta de los navegantes. Escasean los puertos de acogida y la amplitud de los horizontes es sobrecogedora. Los conceptos e ideas son abstracciones diferentes de la concreta dinámica social. A nadie extrañará la ansiedad del pensamiento entre los esfuerzos denodados por la supervivencia. El pasado refluye mientras recorremos el presente fugaz.
Tales de Mileto, como también dice Carl Sagan, trajo de Babilonia las semillas de la ciencia, porque conocía de primera mano la astronomía y la matemática de los babilonios.
Hay historias de vida y pasajes de la existencia en los cuales se vislumbra un futuro funesto inevitable, sin embargo, gracias a diversos factores, eso que parecía ineludible logra ser superado y con el paso del tiempo se entiende que sólo fue una especie de vallado que al ser superado, nos convirtieron en personas más capaces.
El mundo requiere de más humanidad entre sus moradores. Nuestro gran tormento en el camino proviene muchas veces de ese sentimiento de soledad, pues somos seres que necesitamos compartir y vivir en compañía, mayormente a la hora de enfrentarnos a una realidad dolorosa.
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