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Dicen que durante la dictadura franquista las Universidades eran espacios de libertad, espacios de otros pensamientos, unos espacios de reuniones clandestinas... Dicen que en las Universidades se luchaba por las libertades y la democracia, y no lo niego. Entraban en el campus de la Universidad los grises, y sí, entraban a repartir a diestro y siniestro.
Y, hete aquí que nos encontramos ante una crisis brutal basada en la pandemia del Covid 19, con un Gobierno que decretó un “estado de alarma” (una situación que está específicamente limitada por ser algo extraordinario) que tiene que durar hasta el mes de mayo, supuestamente para que fuera el ejecutivo quien tomara el mando de todas las operaciones encargadas de dar una respuesta unificada a la epidemia en todas las autonomías españolas, fueran quienes fueran quienes las dirigieran.
En su obra “La insoportable levedad del ser” Milán Kundera escribe: “Si la Revolución francesa tuviera que repetirse eternamente, la historiografía francesa estaría menos orgullosa de Robespierre. Pero dado que habla de algo que ya no volverá a ocurrir, los años sangrientos se convierten en meras palabras, en teorías, en discusiones…”.
Como Pedro Sánchez anda loco por aglutinar el número necesario para sacar adelante los presupuestos generales de 2021 y apoya cualquier opinión o decisión aunque a medio plazo le duela haberlo hecho. Lo que sucede es que, como es muy mentiroso y falso, lo mismo le da planchar huevos que freír corbatas; ello sólo puede ser resultado de la torpeza que le acompaña y del mal asesoramiento. Es evidente que “se puede confiar en las malas personas, no cambian jamás”, decía William Faulkner.
La visita del Rey a una parte de España vetada para que, aquellos que intentan independizarse de la nación española, no se disgustaran! y pusieran obstáculos a la aprobación de los PGE que, por cierto, ya nos parece que estarán fuera de plazo para presentarlos, como es preceptivo, a la aprobación de la UE.
A ver la paleta que escojo, para derramar sobre el lienzo de esta tierra agrietada algo fuerte, encarnado quizá, que intuyera definitivamente la sanación como amor al prójimo. Echarle a este terreno, dividido y que no se perdona, un poco de pulso claro, gualdo pudiera ser, que ilumine la página negra de la segregación educacional, por ejemplo.
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