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Escribió Jean Paul Sartre en El diablo y Dios: «Basta con que un hombre odie a otro para que el odio vaya corriendo hasta la humanidad entera». Es lo que yo creo que nos está pasando, aunque elevado, digámoslo así, a la enésima potencia.
La inteligencia artificial, según se puede definir un tanto superficialmente, se encarga de sustituir algunas capacidades del pensamiento del ser humano, por sistemas informáticos que desemboquen en máquinas que imitan la inteligencia humana. Es decir, la puesta en marcha de aquel anuncio de hace muchos años “no piense: nosotros pensamos por usted”.
La aplicación AlertCops, del Ministerio del Interior, incorporará próximamente una nueva funcionalidad que permitirá a cualquier ciudadano comunicar de forma inmediata, desde su dispositivo móvil, casos de trata o explotación de seres humanos a la Policía Nacional o a la Guardia Civil.
Por iniciativa de la ministra de Derechos Sociales, el Gobierno de España, su presidente y diputados, han aprobado la ley que encabeza este trabajo por la cual se les dotan a los animales, domésticos o salvajes de una extensa sarta de privilegios que ya la quisieran para sí los seres humanos por nacer: fetos o 'nasciturus' (el que está por nacer). Con ella se conseguirá acabar en España con la crueldad y maltrato de los animales.
El pasado 15 de noviembre de 2022, el planeta Tierra, el tercero después del Sol, experimentó un hecho inusitado en la historia de su biodiversidad. Una especie, la que presenta una inteligencia y una consciencia excepcionales: el Homo sapiens, alcanzó la cifra de ocho mil millones de individuos vivos al mismo tiempo.
En esta vida, todo parece tener sentido hasta que el mundo te zarandea y te demuestra lo débiles que podemos llegar a ser, lo rápido que pueden cambiar nuestras prioridades, lo insignificantes que pueden parecer nuestros problemas cotidianos.
La vida, que en realidad es un sublime concierto entre moradores, deseosos de darse vida entre sí, hay que batallarla por dentro a través del verso y la palabra, al menos para no destruirnos a nosotros mismos. En consecuencia, reconozco que la independencia siempre ha formado parte de mi preocupación, aunque la realidad de la dependencia siempre está ahí, en nuestra diaria ocupación.
A lo largo de los últimos dos años la cosa empezó con el Covid, siguió con la Filomena, continuó con los incendios de Sierra Bermeja, hizo eclosión con el volcán de la Palma y ha rematado con la guerra en Ucrania. Menudo par de añitos. La buena noticia de hoy la baso en la tremenda capacidad de los seres humanos para afrontar las dificultades.
La palabra género es un accidente gramatical con tres valores: masculino, femenino y neutro. Por economía de lenguaje podemos suprimir la palabra género, y decir de un animal (los humanos somos animales, no lo olvidemos) que es macho, hembra, o ni lo uno ni lo otro. Pero jamás deberemos de confundir sexo con género. Por ello, si nos referimos a los seres humanos jamás deberemos de decir género, sino sexo.
Para tomar una decisión de cierta transcendencia social, suele emplearse la palabra “revolución”, del latín “revolutio”, “dar una vuelta”, manera de expresar que se va a llevar a cabo un “giro social” de más o menos “grados”, promovido, generalmente, por el pueblo en circunstancias de descontento generalizado.
Seguramente, recaudar el dinero lavado, el de la corrupción y el de la evasión de impuestos ayudaría a combatir el COVID-19 y la crisis climática. En consecuencia, no tenemos tiempo que perder para esa cura global que evite una catástrofe, la decadencia humanística como familia. Sea como fuere, no podemos dejar que nuestros egocentrismos nos impidan vivir, como la verdadera comunidad de relación que somos.
Sea como fuere, tenemos que acostumbrarnos a llamar a las cosas por su nombre, no podemos desenvolvernos en una marea de apariencias que nos tritura como seres pensantes. La irresponsabilidad es manifiesta en toda la humanidad; puesto que, la perversa invención, el odio, la inhumanidad y la deshumanización están rompiendo nuestra fibra humana, que es la que nos hermana socialmente
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