Escribió Jean Paul Sartre en El diablo y Dios: «Basta con que un hombre odie a otro para que el odio vaya corriendo hasta la humanidad entera». Es lo que yo creo que nos está pasando, aunque elevado, digámoslo así, a la enésima potencia.
Me envían un video grabado en la Plaza de Toros de Las Ventas de Madrid. El matador Alejandro Talavante se dispone a entrar a matar y en el coso se oye el típico silencio de ese momento. El matador debe estar concentrado, tratando de determinar con la mayor exactitud posible dónde dar el golpe en la llamada «suerte suprema» para que el animal quede lo más cerca posible de la muerte. El público calla porque sabe que se trata del momento más arriesgado. Con seguridad, para el toro, condenado a morir desde el inicio de la corrida, pero también para el torero. Si bien se juega su vida en todos los lances, en este lo hace con mucha mayor probabilidad de ser empitonado fatalmente. La muerte, en un lado u otro, o en los dos, hace ineludible acto de presencia cuando el torero apunta con su estoque al lomo del toro al final de la faena. Ya no hay sino «muerte y sólo muerte», según cantó García Lorca llorando a Ignacio Sánchez Mejías.
En el video se percibe que el silencio domina la plaza cuando se oye un grito solitario dirigido al torero que está a punto de atravesar al toro con su espada:
– «¡Piensa que es Pedro Sánchez!».
Se oyen luego risas y me pregunto si puede haber más miseria moral y más odio y si nuestra inhumanidad puede llegar más lejos.
Y no sólo eso. Me pregunto también quién es realmente el autor del grito. ¿Un loco aislado, un fanático solitario al que unos pocos más le ríen como tontos la gracia? ¿O no habrá salido el grito, en realidad, de quienes mueven los hilos desde atrás, fabricando a conciencia y con medios millonarios la polarización, la mentira y el enfrentamiento para poder disimular que se están quedando con todo a costa de toda la humanidad y de la vida en el planeta?
En el libro que acabo de publicar he tratado de mostrar, entre otras, tres ideas principales que tienen que ver con esto de lo que hablo ahora:
– Una sociedad compleja no puede sobrevivir guiada solo por una sola norma de comportamiento. En nuestro caso, el afán de lucro.
– Los sistemas complejos, como la sociedad en la que vivimos, no pueden subsistir si la información que guía los comportamientos de sus elementos se deforma constantemente y los engaña o confunde.
– La diversidad entre los seres que conformamos la especie humana nos enriquece y nos ayuda a progresar pero, cuando se traduce en barreras que impiden la cooperación, los enfrentamientos y conflictos pueden terminar siendo autodestructivos.
El odio, la inhumanidad y la barbarie que revela el video se están fabricando a propósito al difundir constante y conscientemente mentiras desde los grandes medios de comunicación con el único fin de establecer fronteras y barreras artificiales entre los seres humanos que impidan que haya respuestas a la concentración inusitada de riqueza en pocas manos. Es una mezcla perfecta que nos puede destruir como civilización y como especie. Me pregunto también si reaccionaremos a tiempo para evitarlo.
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