Posiblemente, con lo que voy a exponer, se me echen encima todos los poderes infernales, entre ellos los masónicos; se me da un ardite de ello, pues, no por esta razón silenciaré lo que pienso.
Desde las Constituciones de Anderson, publicadas en 1723 en las que se determinan los caminos a seguir para que la Masonería instaure en el mundo su nueva concepción de este, o lo que es igual la supresión de la cultura sobre la que se han asentado los pilares de nuestra civilización durante siglos, y que han aportado a la Humanidad, por lo menos, a la cultura europea, unos cimientos sólidos en los que sustentarse, expresados en los principios jerárquicos de acatamiento a la autoridad, respeto a nuestros mayores y obediencia de las leyes, están intentando y ¡por los dioses que lo están logrando! la supresión de los valores que han servido para proporcionar sabiduría y conocimiento a la Humanidad.
No tienen tiempo, su propósito está fijado en siglos, ya empezaron en el XVIII, para arrasar los cimientos de toda nuestra cultura humanística anterior. No hay peor ciego que el que no quiere ver, por ello recomiendo a quien tenga un ápice de inquietud y desee conocer el propósito de estos, que fije su mirada en el anverso de un dólar estadounidense. En él se puede apreciar con toda nitidez: la leyenda “novus ordo seclorum”, frase latina que en español significa: “nuevo orden de los siglos, o de los tiempos”,expresión que estamos saciados de oír a nuestros políticos y gobernantes en la variación de “nuevo orden mundial”.
Este nuevo orden mundial es el que, sin prisa pero sin pausa, quieren imponer los masones, de ahí la nueva implantación que desean establecer para eliminar todo lo que ha sustentado nuestra civilización durante milenios. De esta manera, cuando se refieren a la masculinidad o femineidad de los seres humanos no hablan de sexo, sino de género.
Veamos, la palabra género es un accidente gramatical con tres valores: masculino, femenino y neutro. Por economía de lenguaje podemos suprimir la palabra género, y decir de un animal (los humanos somos animales, no lo olvidemos) que es macho, hembra, o ni lo uno ni lo otro. Pero jamás deberemos de confundir sexo con género (esta palabra también se aplica a las mercancías que se expenden en un comercio v.g.: “tienen buen género de pantalones, abrigos etc.)
Por ello, si nos referimos a los seres humanos jamás deberemos de decir género, sino sexo: masculino o femenino, dado que la madre Naturaleza, tan sabia en todo, los ha distinguido por sus cromosomas, o sea, los varones tienen el cromosoma XY y las hembras el XX, y, al igual que los animales, se distinguen entre macho y hembra. Bueno, pues por enseñar esta verdad tan biológicamente evidente, simple, llana y universal, a cierto profesor.sus superiores lo han suspendido de empleo y sueldo, durante seis meses. Es lo mismo que, si a un profesor de matemáticas los impidiesen continuar con su trabajo por decir que dos y dos son cuatro.
¿Hasta dónde vamos a llegar con tanta estupidez, malicia, discapacidad mental o adoctrinamiento mal intencionado que no permite que se enseñe lo irrefutable?
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