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Cuando se habla de la clasificación de la obra teatral del gran William Shakespeare, muchos expertos dramaturgos suelen hacer una clasificación vaga y vana de sus piezas teatrales : lo más fácil es clasificar todo el conjunto de su obra en comedias, tragedias, tragicomedias y teatro de carácter histórico, pero mi pregunta es: dentro de alguna de estas cuatro vertientes, ¿existe alguna subclase?
Esta calificación no es de ayer ni de hoy. En un año bisiesto se inventó la guillotina, fallecieron Shakespeare y Cervantes, se hundió el Titanic y otras muchas desgracias hasta llegar a este año 2020 que hasta ahora nada más que nos ha dado disgustos. Muchas coincidencias.
Shakespeare, por boca de un asustado Enrique IV expresa el miedo y la impotencia del hombre debido a la ausencia de certezas ante el caos de la mudanza : “¡Dios mío, si tuviésemos la opción de leer en el libro del destino y ver del tiempo las revoluciones, ver cómo la ocasión se burla y cómo llena el cambio la copa de Mudanza con diversos colores”.
Shakespeare, por boca de un asustado Enrique IV expresa el miedo y la impotencia del hombre debido a la ausencia de certezas ante el caos de la mudanza : “¡Dios mío, si tuviésemos la opción de leer en el libro del destino y ver del tiempo las revoluciones, ver cómo la ocasión se burla y cómo llena el cambio la copa de Mudanza con diversos colores”.
Todos mis lectores saben que gusto de polemizar, de plantear debates a diestro y siniestro. Hoy no es una excepción. No obstante, hoy vamos a debatir y a cuestionar la base de la vida cultural universal y la columna vertebral de la literatura inglesa: William Shakespeare.
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