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Mientras Libia sigue asolada por una “profunda inseguridad”, los migrantes y refugiados que llegan a ese país son víctimas de muertes, torturas y malos tratos “a gran escala y con total impunidad”, según ha denunciado esta semana el alto comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Volker Türk.
La Misión de Asistencia de las Naciones Unidas en Afganistán (Unama) ha demandado al gobierno de la milicia talibán en ese país que ponga fin a los castigos corporales y decrete una moratoria en la aplicación de la pena de muerte. Unama afirma haber documentado una serie de castigos corporales, incluyendo latigazos o flagelaciones, lapidaciones, obligar a la gente a permanecer de pie en agua fría y afeitarse la cabeza a la fuerza.
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