| ||||||||||||||||||||||
«Madrid tiene un buen alcalde, sin duda, y una espléndida presidenta», en palabras de exvotantes de la izquierda. Hay que ser muy ignorantes para negar las evidencias. A los hechos y resultados me remito. Sin embargo, el Gobierno central prefiere gastar el dinero en 1.200 asesores a dedo que en un hospital público en previsión de una tercera ola y de futuros contratiempos sanitarios de gran alcance.
Hay una prueba contundente de lo mal que está enfocando el PSOE la actual campaña de las elecciones andaluzas. Ya dije hace unos días que hasta los propios votantes lo han abandonado y decenas de ellos se marchan en plenos discursos de campaña, asqueados por los que ahora son para ellos «despreciables compañeros». Doloridos y apenados comprueban que en el PSOE no hay propósito de enmienda.
Hay socialistas y comunistas a los que ya ha empezado a pintar bastos. Da igual que sea ministra y vicepresidenta 1ª (la empresa de su marido bajo sospecha); sea presidente del Gobierno (PLAYBOL, SL); ministro de Interior (caso de los Cobos); exministra Laya (entrada fraudulenta de Brahim Galli, del Frente Polisario); José Luis Ábalos (maletas de Delcy Rodríguez, invasión del territorio Schengen, adjudicación de 45M a Plus Ultra…).
Muchos medios de comunicación, no subvencionados ni esclavizados por el nacionalsocialismo de Sánchez, empiezan a tener claro que el personaje ya está amortizado, plenamente desgastado y valorado como un cero a la izquierda en todos los ámbitos e instituciones. Y no solo él. Ahora también le toca a Calviño, Nadia, a su medio melocotón y a la empresa del mismo.
Si antes del debate ya se veía mal la situación de Juan Espadas, pasado ese nadie se acerca a él. No tiene el apoyo de los gurús del socialismo vetusto y tampoco el de los jóvenes, que huyen de esas siglas como infierno que quema al diablo. A su bola van Felipe González, Griñán, Chaves, José Blanco y un largo etcétera.
Hay nervios, incertidumbre y enorme preocupación en Moncloa. Han tardado en reconocerlo porque el atormentado gurú del CIS ha estado tapando las goteras con plastilina y, cuando la lluvia ha arreciado, han quedado al descubierto todos los agujeros. Y eso trae otras consecuencias: muchos ya empiezan a preocuparse por su puesto de trabajo a dedo; es decir, que no podrán levantarse a las diez de la mañana, ni cobrar un sueldo público de gorra.
Tras casi 38 años de abusos, proselitismo, chiringuitos para afiliados y cientos de millones en corruptelas, donde incluimos los gastos en lupanares, orgías, «fiestorras» y robo a los parados Andaluces, ahora sale la «Chiqui» de Hacienda y Función Pública diciendo que se siente orgullosa de su obra en la Junta de Andalucía.
La formación de Recupera Madrid va a llevar a Más Madrid ante la Fiscalía «por falsificación de acta». Al menos así lo han anunciado en rueda de prensa los concejales del todavía Grupo Mixto: Marta Higueras, Cueto y Calvo. No han dudado en explicar que si no optaron antes por denunciarlo se debió a la «delicada situación de la izquierda». Han tenido que ser los insultos y la acusación de tránsfugas lo que ha pesado más para dar el pasodefinitivo y denunciar.
Parece que ha empezado el tiro al plato y el tiro al pichón contra Más País y Más Madrid dentro del propio Madrid. Hace tiempo que, en la extrema izquierda de Más Madrid, la formación liderada por Íñigo Errejón, huele a podrido. Si hay pruebas es el momento de ponerlas ante la Justicia, como muestra de presunta ilegalidad.
Sánchez vuelve a los habituales insultos en la campaña andaluza. Lo hace con mantras, nada nuevo bajo el sol. Los insultos y las acusaciones de corrupción son la única vía de escape y pretendida. Sabe el presidente del mal que ha hecho y no encuentra cómo ampararse. Si las encuestas aciertan, el batacazo será monumental. Lo sorprendente es que Pedro Sánchez pretende defenderse con su propia corrupción, la de su partido y corruptelas mil.
Hay que ser muy incompetentes para proponerse destrozar a Margarita Robles, sea como sea. Esas sandeces solo se le ocurren a gente desnortada, degenerada y corta de entendederas. Para ello, tanto Belarra como el expulsado de Podemos –un tal Iglesias, a quien Díaz Ayuso sacó de la política con un simple puntapié—no dudaron en hablar de caza mayor y de búsqueda de material para «destrozarla».
Nadia Calviño se ha creído por encima del bien y del mal, pero ha hecho el ridículo más desmedido. En vez de despreciar el acontecimiento para el que fue invitada, debería de haber incitado a Pedro Sánchez para que diera explicaciones sobre la empresa de plásticos PLAYBOL, propiedad de sus padres, o sobre la deuda con Hacienda de la empresa de su marido y los tejemanejes de la misma para repartir el dinero que no es de esa empresa.
Cuanto más ruido menos se oye cómo caen las nueces, vuelan los improperios y se clavan los odios. A eso se acoge el Gobierno para que se eclipsen las amenazas de Podemos y su propia incompetencia en la trama de formar coalición en Andalucía. Y si de paso se silencia el proyecto de Yolanda «Varoufakis» Díaz, pues miel sobre hojuelas. Pero es un hecho que entre bomberos no se pisan la manguera, como entre «mendrugos» no se apedrean.
No me explico cómo ha sobrevivido la ciudadanía hasta ahora sin un Gobierno socio-comunista. Hemos tenido que esperar a que llegara este esperpento de Ejecutivo para que comprobáramos lo que nos hemos perdido de la historia. Jamás un Gobierno precisó de la mentira, la insensatez, la estupidez, la patraña y la chulería para sacar adelante la nada.
Hace tiempo que la izquierda andaluza descubrió el buen vivir y los sueldos excesivos de la política. Antes lo habían descubierto otros comunistas en la política nacional; no hay más que recordar a Ione Belarra y su forma de encogerse y esconderse tras comprometerse a dimitir si el Gobierno enviaba armas a Ucrania.
El presidente del Gobierno está asustado por la mofa del independentismo catalán tras las escuchas, la incongruencia de haberlos admitido en la comisión de secretos del CNI y por la propia inflación. Lo primero y lo segundo tienen atenazado al Gobierno, pero el aumento de la inflación no deja dormir en Moncloa. Dudo que, de seguir así, España pueda aguantar tasas de inflación que lleguen al 6,5% anual de forma continuada.
Hay burros en el Gobierno y en los aledaños de ese que precisan comer mucho trigo para enfrentarse a la cabal ministra de Defensa. Por mucho que «ladren» los morados contra Margarita Robles se quedarán a mitad de camino entre el deseo y la realidad. Dudo mucho que desde Unidas Podemos lleguen a intranquilizar la habitual parsimonia y buen hacer de Robles.
La hipocresía corroe a nuestra sociedad, al igual que la indignidad y la degeneración ha invadido algunas de nuestras instituciones. La manada socialcomunista aglutinó a incautos indignados por la canción de Eurovisión, pero ha silenciado la calle a pesar de los abusos y la nefasta gestión que ha llevado a la brutal subida de la luz, la gasolina, el gas, el camuflado paro o el exagerado e insospechado IPC que se nos amontona.
Los pactos del «Sanchismo» con la ultraizquierda han dañado considerablemente a España. Las obras hablan por sí solas. Si no se cuenta con Sánchez en Europa es por el comunismo que tiene apoltronado en su Gobierno. A más comunismo más desconfianza y, a medio plazo, más corrupción y daño social. Como prueba podemos destacar el destrozo del mal llamado escudo social, con el que se ha dejado tirados a casi dos millones de familias.
La Comunidad de Madrid se ha liado la manta a la cabeza y está dando donde más duele al Gobierno central: en la todavía presunta corrupción cometida con los fondos europeos. Y para ello ha empezado con los fondos de la empresa del marido de la vicepresidenta 1ª y ministra variada, Nadia Calviño.
|