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Hoy tenemos dos Españas claramente definidas. Por un lado, la de los políticos que viven a «desgarrapellejo» y a costa de todos los demás y, por otro, la España sufridora que madruga, se desespera por llegar a fin de mes y ve cómo los incompetentes políticos destrozan el país. Esta situación ha empeorado considerablemente con la llegada al Parlamento español de falsos predicadores o bocachanclas de cuarta división.
En la prensa francesa estudian con precisión los vínculos de Begoña Gómez y Marruecos, y se preguntan si esta relación y el espionaje al móvil del presidente tendrá algo que ver en la nueva posición española respecto al vecino magrebí. Los medios franceses insisten en Begoña Gómez y en Marruecos. Han cogido al bicho por el apéndice trasero y no están dispuestos a soltarlo.
Mientras en nuestro país perdemos el tiempo con temas segundones, la prensa francesa no deja de sacar los abultados chanchullos de la consorte del presidente del Gobierno sociocomunista; unos gatuperios que afectan a nuestra seguridad nacional, a nuestra economía y a la convivencia diaria.
Nada de cacería política, ni de persecución ultra. La misma cantinela de siempre y los mismos mantras de la siniestra delirante. Veo que la indecencia no tiene límite: sabía que la vicepresidenta y la ministra de Igual-Da carecían de ética y de valores, pero dar la espalda a una víctima extremadamente vulnerable, menor para más «inri», retrata a ambas y a muchas otras «bocachanclas» que pierden la fuerza por la boca tras la bandera del barato feminismo.
La situación de Mónica ya era insostenible. Acusada de tres delitos. Ha dimitido de todos sus cargos y privilegios, incluso el aforamiento. Vergüenza ajena es lo que sienten los componentes de las Cortes valencianas tras los episodios «radiados» del encubrimiento. «Yo no estoy para fiestas» debió de comentar Ximo Puig tras comprobar el ridículo hecho por Oltra y Compromís en la «fiestuqui» de desagravio que le organizaron este fin de semana.
Algún medio de comunicación extranjero se pregunta qué es lo que está sucediendo en España y por qué hay tan bajo nivel de políticos. Es obligación de los medios españoles dar respuesta a esas preguntas. Y esas no son otras que la llegada de formaciones antidemocráticas con nombres de comunista, pero que actúan como ultraizquierdistas y con actitudes profascistas, según convenga en cada momento.
Es un hecho que los incompetentes no soportan la competencia de los demás y, menos aún, si esa es innovadora, tecnificada, eficaz y necesaria. A esta izquierda reaccionaria le molesta que se inaugure un hospital público contra pandemias, en medio de otra que ha hecho un daño brutal y se ha llevado por delante miles y miles de personas por negligencia del Gobierno sociocomunista, con resultado de muerte.
Cada vez resulta más difícil arrancar una verdad a un político, sea del partido que sea, pero en el caso de pertenecer a la siniestra es más complicado aún. Ahí tienen el caso de Juan Espadas, que nunca responde a cuanto le preguntan, sino que divaga de manera torpe y absurda. No tengo dudas de que eso se verá reflejado en los resultados del 19J.
Sigo acordándome de Isabel Celaá, exministra de Educación del Gobierno sociocomunista de Pedro Sánchez. Es la ministra culpable de actual LOMLOE; es decir, la ley de Educación más provocadora y provocativa que ha tenido el sistema educativo español. Si la redacción es malae infumable con su lenguaje inclusivo, el contenido deja mucho que desear, al igual que el desarrollo que tanto está criticando el profesorado.
Si las cadenas de radio y TV subyugadas al poder ocasional pasaron semanas hablando del Hospital Público Enfermera “Isabel Zendal”, quiere decir que es un modelo de hospital a destacar, como así lo han manifestados muchos de los enfermos allí atendidos. Incluso la Unión Europea ha premiado a la presidenta madrileña por la gestión efectuada por su equipo durante la pandemia. Ante eso, la izquierda brama, sin darse cuenta de su propia incompetencia.
«Madrid tiene un buen alcalde, sin duda, y una espléndida presidenta», en palabras de exvotantes de la izquierda. Hay que ser muy ignorantes para negar las evidencias. A los hechos y resultados me remito. Sin embargo, el Gobierno central prefiere gastar el dinero en 1.200 asesores a dedo que en un hospital público en previsión de una tercera ola y de futuros contratiempos sanitarios de gran alcance.
Hay una prueba contundente de lo mal que está enfocando el PSOE la actual campaña de las elecciones andaluzas. Ya dije hace unos días que hasta los propios votantes lo han abandonado y decenas de ellos se marchan en plenos discursos de campaña, asqueados por los que ahora son para ellos «despreciables compañeros». Doloridos y apenados comprueban que en el PSOE no hay propósito de enmienda.
Hay socialistas y comunistas a los que ya ha empezado a pintar bastos. Da igual que sea ministra y vicepresidenta 1ª (la empresa de su marido bajo sospecha); sea presidente del Gobierno (PLAYBOL, SL); ministro de Interior (caso de los Cobos); exministra Laya (entrada fraudulenta de Brahim Galli, del Frente Polisario); José Luis Ábalos (maletas de Delcy Rodríguez, invasión del territorio Schengen, adjudicación de 45M a Plus Ultra…).
Muchos medios de comunicación, no subvencionados ni esclavizados por el nacionalsocialismo de Sánchez, empiezan a tener claro que el personaje ya está amortizado, plenamente desgastado y valorado como un cero a la izquierda en todos los ámbitos e instituciones. Y no solo él. Ahora también le toca a Calviño, Nadia, a su medio melocotón y a la empresa del mismo.
Si antes del debate ya se veía mal la situación de Juan Espadas, pasado ese nadie se acerca a él. No tiene el apoyo de los gurús del socialismo vetusto y tampoco el de los jóvenes, que huyen de esas siglas como infierno que quema al diablo. A su bola van Felipe González, Griñán, Chaves, José Blanco y un largo etcétera.
Hay nervios, incertidumbre y enorme preocupación en Moncloa. Han tardado en reconocerlo porque el atormentado gurú del CIS ha estado tapando las goteras con plastilina y, cuando la lluvia ha arreciado, han quedado al descubierto todos los agujeros. Y eso trae otras consecuencias: muchos ya empiezan a preocuparse por su puesto de trabajo a dedo; es decir, que no podrán levantarse a las diez de la mañana, ni cobrar un sueldo público de gorra.
Tras casi 38 años de abusos, proselitismo, chiringuitos para afiliados y cientos de millones en corruptelas, donde incluimos los gastos en lupanares, orgías, «fiestorras» y robo a los parados Andaluces, ahora sale la «Chiqui» de Hacienda y Función Pública diciendo que se siente orgullosa de su obra en la Junta de Andalucía.
La formación de Recupera Madrid va a llevar a Más Madrid ante la Fiscalía «por falsificación de acta». Al menos así lo han anunciado en rueda de prensa los concejales del todavía Grupo Mixto: Marta Higueras, Cueto y Calvo. No han dudado en explicar que si no optaron antes por denunciarlo se debió a la «delicada situación de la izquierda». Han tenido que ser los insultos y la acusación de tránsfugas lo que ha pesado más para dar el pasodefinitivo y denunciar.
Parece que ha empezado el tiro al plato y el tiro al pichón contra Más País y Más Madrid dentro del propio Madrid. Hace tiempo que, en la extrema izquierda de Más Madrid, la formación liderada por Íñigo Errejón, huele a podrido. Si hay pruebas es el momento de ponerlas ante la Justicia, como muestra de presunta ilegalidad.
Sánchez vuelve a los habituales insultos en la campaña andaluza. Lo hace con mantras, nada nuevo bajo el sol. Los insultos y las acusaciones de corrupción son la única vía de escape y pretendida. Sabe el presidente del mal que ha hecho y no encuentra cómo ampararse. Si las encuestas aciertan, el batacazo será monumental. Lo sorprendente es que Pedro Sánchez pretende defenderse con su propia corrupción, la de su partido y corruptelas mil.
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