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Las ratas saltan del barco cuando ven que sube el nivel del agua. El “aniñado” Errejon ha sido un aventajado y un vividor, además de señorito unos días y niño-pijo otros: compruebo que cobraba alrededor de 2.000 € de la Universidad de Málaga; eso sí, sin trabajar y sin asistir a las clases como quedó demostrado, aunque él lo justificó a su manera.
Al PSOE le ha salido bien la cortina de humo para que no se hable de la presunta corrupta a la que Sánchez se ha llevado a la India. Siempre actúa igual cuando las cosas se ponen feas; no quiere que le salpique más fango de lo que ya tiene encima. Ni siquiera quiere saber nada del agresor sexual, Íñigo Errejón: lo deja todo para quienes sí sabían de su vicio exagerado y degenerado.
El feminismo «es otra pancarta más que se les ha caído», en palabras de la presidenta, Díaz Ayuso. La moralidad de la izquierda está destrozada y es irreparable. Resulta que ni siquiera existía, tan solo era una careta o antifaz para tapar la indecencia, la indignidad y el vacío. ¿Qué es el feminismo español? Pues es eso mismo, el ejemplo de Errejón; es decir, la falsedad y la hipocresía frente a las palabras de cara al ignorante e insensato votante.
Los integrantes de esta facción política aplican unas mensuras de distinto valor, calibre, medida y diferente peso, según se trate de evaluar las manifestaciones o acciones de quien sea que las exprese o realice. Si un izquierdista, enuncia o realiza un acto o pronuncia un insulto cuando, carente de argumentos, agrede verbalmente a su oponente político, el insulto pesa menos que el suave plumón de un gorrioncillo.
España no se cansa de pedir fondos europeos a Europa, con la disculpa de la recuperación y la necesidad de modernizar el país. Pero resulta que ciertas cantidades importantes de esos fondos van a parar a los sindicatos clasistas para el arreglo de sus sedes. El caso es que la Unión Europea ha bloqueado diez mil millones de euros porque ese no es el destino de los fondos.
Muchos ciudadanos españoles estaban deseando de que el «ave» piara y de que lo hiciera con rigor y pruebas. Ha llegado el momento y lo ha hecho. ¡Bendito «ave»! Precisamente a esa acción tenía miedo un sector negligente, portador y aventador de odio, además de apoyo al asesino Nicolás, heredero y continuador del «gorila rojo».
Ya no se lo cree nadie eso de las cartas con balas de CETME. Cuanto más leemos, escuchamos medios diversos y preguntamos a especialistas, más argumentos encontramos de que es un montaje de la propia ultraizquierda.
El ministro Garzón ha atropado con cuanto ha pillado a su paso y se ha quedado como un señor con su categórica expresión: "Pensemos que estas leyes que ya hemos proponido cambiar varias veces..."
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