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Estos días de precampaña de elecciones autonómicas y municipales, dicen que son días para la reflexión “mitinera”, días de decoración atrasada, días de promesas de paraísos terrenales, días de conquista de la nueva juventud ignorante...
En las campañas electorales, los ciudadanos más responsables suelen limitarse a leer los programas de los principales partidos. Los más irresponsables se dejan llevar por la última impresión recibida en la barra del bar. Se podrá decir que en ella se reúnen parroquianos con intereses afines. Pero eso sería uniformar excesivamente las clases sociales, que no existen (no lo dudamos) pero que haberlas haylas.
¿La oposición no se da cuenta que si no cambia su estrategia política de comunicación, si es que tiene alguna, no va a conseguir las metas que se propone? Al gobierno se le podrán atribuir todas las maldades posibles, bien por ineptitud, estulticia o por mantenerse en el poder, pero nunca que no saben vender su producto.
El puchero ha sido una pieza característica de la cacharrería castellana. Todavía quedan importantes reductos del oficio alfarero en las provincias de Valladolid, León, Zamora y Salamanca, aunque el puchero ya no se encuentra en el elenco de piezas de la alfarería moderna. «Dar un pucherazo» apenas solemos asimilarlo a dar un golpe con un puchero, y sí a un golpe de Estado, un engaño, una trampa o un fraude electoral.
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