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He oído la expresión con la que titulo este artículo docenas de veces, pero nunca en boca de alguien rico o con ideas de derechas. No digo que no haya ricos que digan eso, sino que a quien yo oigo decir que no vale la pena ir a votar es a gente que vive al día o malvive o que no es de derechas.
Como Sierra Morena, famosa por sus bandoleros de película, hoy tenemos la fronteriza Melilla y la mediterránea Mojácar haciendo pinitos de bandolerismo electoral. Ladronzuelos de poca monta, salvo lo que de trasfondo lleva consigo el “engaño a las urnas democráticas de todo un Estado”.
INDRA es nuestra y es la llave maestra ('Partido Socialosta monclovita', no obrero, no español = sanchismo). Pero hay que disimularlo a todo lo largo y ancho de la España votadora. Montamos tómbolas falsas por todas partes y el ruido apaga la música, la palabra, las señales, los indicios, los arreglos y todo lo demás.
¿Van a votar a un partido cuyo fundador justificó ya en su primera intervención parlamentaria el atentado personal a un compañero de hemiciclo (aunque no resultó letal, el ataque se produjo); que durante la Segunda República estaba obsesionado con ir a la confrontación civil (cosa que acabó consiguiendo, para encima perderla); que intentó un golpe de estado durante la misma (mil quinientos muertos)...
Según el CIS, un 30% de los electores decidirán esta última semana. Estamos en la semana de la reflexión. Dice Enric Juliana que “si el 30% espera a la última semana, ahora empieza la campaña electoral de verdad. Quedan siete días para fijar posiciones”. Entonces hagamos lo debido, reflexionemos y fijemos posiciones, para animar a los demás a que hagan lo mismo.
El pasado viernes se dio el pistoletazo de salida a las elecciones del 28-M, pero la realidad es que hace semanas que el ambiente ya se había caldeado ante la proximidad del último domingo de mayo, fecha marcada en rojo por todos los aspirantes a ocupar un puesto en los ayuntamientos o en los parlamentos autonómicos.
Los hispanos “los de abundantes refranes” (nos llamaría Homero), los tenemos para todo y también para cualquier ocasión. Quien lo ponga en duda que inquiera en el Quijote y comprobará la abundancia de ellos que tenía el cazurro Sancho, aplicables a cada momento y, en ocasiones, aunque no viniesen a cuento.
En la República del Paraguay, La Concertación es el gran ejercicio democrático que se lleva adelante desde el 18 de diciembre (2022), demostró a todo el país cuáles son los ideales que forman la unión: la paz entre los paraguayos y las paraguayas de bien y el deseo de un cambio en la economía de la nación guaraní.
Estos días de precampaña de elecciones autonómicas y municipales, dicen que son días para la reflexión “mitinera”, días de decoración atrasada, días de promesas de paraísos terrenales, días de conquista de la nueva juventud ignorante...
En las campañas electorales, los ciudadanos más responsables suelen limitarse a leer los programas de los principales partidos. Los más irresponsables se dejan llevar por la última impresión recibida en la barra del bar. Se podrá decir que en ella se reúnen parroquianos con intereses afines. Pero eso sería uniformar excesivamente las clases sociales, que no existen (no lo dudamos) pero que haberlas haylas.
¿La oposición no se da cuenta que si no cambia su estrategia política de comunicación, si es que tiene alguna, no va a conseguir las metas que se propone? Al gobierno se le podrán atribuir todas las maldades posibles, bien por ineptitud, estulticia o por mantenerse en el poder, pero nunca que no saben vender su producto.
El puchero ha sido una pieza característica de la cacharrería castellana. Todavía quedan importantes reductos del oficio alfarero en las provincias de Valladolid, León, Zamora y Salamanca, aunque el puchero ya no se encuentra en el elenco de piezas de la alfarería moderna. «Dar un pucherazo» apenas solemos asimilarlo a dar un golpe con un puchero, y sí a un golpe de Estado, un engaño, una trampa o un fraude electoral.
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