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¿De qué se alimenta la decadente sociedad actual?

Se perfila un colapso cada vez mayor
Vida Universal
martes, 8 de mayo de 2018, 06:48 h (CET)
Nuestra sociedad actual está marcada por un tiempo rudo y brutal, un tiempo en que se lucha a codazos, un tiempo en el que todos están contra todos, un tiempo de intolerancia, de exigencias y de poder, un tiempo en el que los fraudes, la mentira y el engaño determinan los días. Incontables personas pasan horas y horas ante la pantalla del televisor, navegando en Internet y con juegos de ordenador en busca de una aparente compensación para el sentimiento desolador de estos días.

En muchos casos el mundo de los niños ya no es el acogedor hogar familiar, donde el joven se arraiga para bastecerse luego, como joven y adulto, del manantial de la familia. Cada vez se da menos la felicidad familiar de sentirse seguro y acogido en la familia. En pocos casos existen ya los juegos en común, que en el pasado daban a padres e hijos un sentimiento de estar unidos por la familia. Apenas se habla ya acerca de la conducta correcta ni de la moral que proporcionan una cierta calidad de vida. Con ello se le podrían transmitir al adolescente valores para en verdad vivir como persona joven, en vez de vegetar como hoy día es usual en muchos jóvenes. Algunos de ellos nunca han oído hablar de principios como conducta correcta, modales, ética y moral. Antes en el hogar familiar había conversaciones entre padres e hijos. Se tenía tiempo para escuchar a los pequeños y para explicar a los más mayores que ante todo los valores elevados enriquecen la vida y la hacen valiosa. Hoy en día se mantienen pocas conversaciones en las que los niños pueden hablar de sus asuntos personales, sin temer una reprimenda por haberse portado mal.

En general hay señales de que habrá pobreza puesto que a la larga esta sociedad despilfarradora no puede subsistir. Hoy en día ya se ha llegado al punto en que cada vez más familias tienen que reducir los gastos. Muchas personas ya no pueden permitirse la gran cantidad de productos que el mercado ofrece. Más de uno que hasta la fecha cobraba un suelo pero que ahora está sin trabajo tiene que contemplar cómo los millonarios de la sociedad sofistican cada vez más su estilo de vida. Eso sucede por último a costa de las familias, o de las madres que viven solas, que se mueven en el límite de la pobreza, por no mencionar a las innumerables personas que pasan hambre en el Tercer Mundo.

El hecho de que de ello vaya surgiendo agresividad, con las correspondientes y múltiples repercusiones en las familias y en las escuelas, es algo que ya no se puede ignorar. En el Tercer Mundo y también en los denominados países del bienestar, se perfila un colapso cada vez mayor. Este no solo se expresa en el hambre mundial, en relación a los alimentos, sino que esta decadencia también se muestra en el modo de vida más vulgar que el individuo ha adoptado y sigue adoptando con la televisión, Internet, juegos de PC y otras muchas cosas.

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