Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | Las plumas y los tinteros

El síndrome del David

Daniel Tercero García
Daniel Tercero
martes, 6 de diciembre de 2005, 23:51 h (CET)
“En algunas personas hemos advertido un deseo de dañar la estatua, en un gesto por reafirmar su propio yo, en peligro ante tanta opulencia estética”. Son palabras de la doctora Graziella Magherini cuando le preguntan por el síndrome del David. Magherini ya descubrió el síndrome de Stendhal en la década de los ochenta y ahora se arriesga con un nuevo síndrome, también referido al físico o belleza humanas.

Las enormes dimensiones del David de Miguel Ángel (más de cinco metros de altura y más de cinco mil quinientos kilos de peso) expuesto en la Galería de la Academia de Florencia no pueden pasar inadvertidas para cualquiera de los humanos. A los que le afecte con perturbaciones mentales –pasajeras o no- que les produzca deseos de destruirla, envidia o desconcierto, vayan pidiendo cita al psiquiatra. Al menos esto es lo que recomienda la doctora Magherini.

La estatua, que el año pasado cumplió los cinco siglos de vida, es de una belleza casi inigualable en el campo artístico de la escultura. David, pastor de la casa de Israel, fue, desde su exposición en público, el símbolo del poder florentino del siglo XVI cuyo gobierno encargó tal proyecto a Miguel Ángel Buonarroti para simbolizar el poder y la libertad de la república florentina. Tres años de arduo esculpido dieron como resultado la excelente pieza escultórica que se situó en la Plaza del Señorío, muy cerca de la Galería de los Uffizi y del Puente Vecchio. Y, ni un rayo (1512), ni revueltas populares (1527), ni garrafales limpiezas externas con ácidos clorhídricos (mediados del siglo XIX), ni el ataque de un energúmeno (1991) estando ya la pieza a resguardo en su actual ubicación, han podido con la magna figura. No sabemos si el síndrome del David podrá con tal descomunal mármol, pero sí parece que a partir de ahora, si hacemos caso a la profesora Magherini, debemos protegernos con unas gafas especiales al contemplar su exultante belleza, como si de un eclipse solar se tratase, y para evitar caer en la desgracia de padecer el síndrome del David.

“Los que contemplan esta obra de arte se pueden sentir fuertes y grandes, pero a la vez celosos y envidiosos de ese joven de cuerpo perfecto”. No es para menos. En algún momento de la historia de los humanos llegar a ser como este David era el fin de todo joven que aspiraba a ser reconocido por sus conciudadanos y rivales vecinos. Ya no es lo mismo, aunque tampoco han cambiado tanto los tiempos. ¿Cuántos niños norteamericanos californianos tendrán a su gobernador, antes actor ahora político, como icono a seguir? Seguro que más por su faceta de actor musculoso, y siempre insigne nunca villano, que por su profesión política.

Si las investigaciones de la doctora Magherini se confirman, con el tiempo haremos bien en resguardar los monumentos, esculturas y figuras que campan por nuestras tierras, no sea que les dé a unos cuantos por alegar el síndrome del David tras declarar en comisaría por destrozo de bienes artísticos. Esperemos, por el bien del arte, de la humanidad y de los que nos gusta disfrutar de aquél, que el síndrome del David –si al final de confirma como patología- tenga la medicina y tratamiento correspondientes y plaque las ansias destructoras de los afectados.

Noticias relacionadas

Leo en diversos medios que el Grupo Parlamentario Sumar va a presentar en el Congreso de los Diputados una proposición no de ley para instar al Gobierno a que impulse la fase de decisión y adopción del marco legislativo que permita la emisión del euro digital, a fin de reducir la dependencia que hay en la UE de las dos compañías estadounidenses de pago con tarjeta, Visa y Mastercard. Me ha chocado mucho semejante iniciativa.

En el panorama español actual, es la izquierda quien maneja mejor el discurso y quien se siente más cómoda apropiándose de causas ajenas para convertirlas en propias, aunque nunca por convicción, sino para obtener rédito político y arañar un puñado de votos. Si hay una causa a la que se aferran con uñas y dientes, es sin duda a la del feminismo, politizado hasta el extremo.

Las decisiones arancelarias unilaterales de Donald Trump se cumplieron como una profecía, lo mismo que las réplicas esperables de las demás potencias de cara a esta guerra comercial y tecnológica explícita. Argentina es una de los territorios expósitos que quedaron a merced de la propia debilidad del rumbo aperturista elegido, otra de las graves catástrofes que suma un gobierno de nula imbricación con la ética política.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© 2025 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© 2025 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto