El actual sistema dominante o establishment de las sociedades occidentales utilizaría la dictadura invisible del consumismo compulsivo de bienes materiales para anular los ideales del individuo primigenio y transformarlo en un ser acrítico, miedoso y conformista que pasará a engrosar ineludiblemente las filas de una sociedad homogénea, uniforme y fácilmente manipulable mediante las técnicas de manipulación de masas. Así, la estrategia electoral de Rajoy se basaba en el mantra de la recuperación económica edulcorada con sibilinas promesas de aumento del techo de gasto autonómico, subidas salariales a funcionarios y jubilados así como reducciones fiscales al estar la sociedad española integrada por individuos unidimensionales que no dudarán en primar el “panem et circenses” ( frente al vértigo que suscitaba la utopía de un Nuevo Régimen propugnada por Podemos), con el objetivo confeso de formar un Gobierno PP-Ciudadanos tras las elecciones del 2.020 que se encargaría de escenificar la metamorfosis del Régimen del 78 mediante una reforma edulcorada de la actual Constitución vigente para implementar un Estado monárquico, jacobino y eurocéntrico, siguiendo la máxima del gatopardismo (“Cambiar todo para que nada cambie”).
Sin embargo, la desafección política de la sociedad española motivada por los sangrantes casos de corrupción del PP (cuyo paradigma sería la reciente sentencia del Caso Gürtel), generó un tsunami popular de denuncia del actual déficit democrático, social y de valores originando un caos constructivo que facilitó la presentación de una moción de censura por parte de Pedro Sánchez, quien tras lograr el apoyo del resto de partidos de la oposición (excepto Ciudadanos, la marca blanca del PP), ha conseguido finiquitar el Gobierno de Rajoy y abrir un horizonte limitado en el tiempo (1 año), en el que primará la ilusión por una nueva cartografía socio-política del Estado español y que podría cristalizar con la instauración de la III República en el horizonte del 2020.
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