Me pierdo en este paseo de ciudad nueva, unos operarios barren las hojas rezagadas del otoño, las que quedaron para recordarnos que volverá.
Las calles son ya del sol, no hay nadie que escape a su látigo, hay una emanación casi lisérgica circulando por los orificios nasales, las frentes y las espaldas resbaladizas.
Asfalto derretido, los neumáticos se quedan anclados en esos puertos improvisados de los centros comerciales.
Me escapo, imperceptible para el mundo, invisible e ineficaz. soy nadie también aquí, no soy más que esa plaga absurda llamada desconocido.
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