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Marruecos revaloriza el Capital Inmaterial

A fines del mes de Septiembre, un debate en la ciudad de Oujda, el Reino de Marruecos, revalorizará la afluencia de inmigrantes como aporte de capital inmaterial
Luis Agüero Wagner
domingo, 5 de agosto de 2018, 03:32 h (CET)

Se llama capital inmaterial al que no se muestra como algo físico, se trata muchas veces del conocimiento, la aptitud, las habilidades de una persona, muchas veces fusionado con el capital humano, a veces relacionado con la educación o capacitación de las personas.


El concepto de capital inmaterial, aunque desdeñado en algunas culturas de Occidente, cobrará un nuevo simbolismo a fines de Septiembre en Oujda, precisamente la ciudad donde el imperio jerifiano detuvo la maquinaria bélica del legendario Solimán el magnífico.


Eran los tiempos en que Carlos V dilapidaba el oro obtenido saqueando a los pueblos originarios de América, persiguiendo al demonio y a enemigos del catolicismo, expulsando todo lo valioso de capital inmaterial que tenía España por carencia de tolerancia religiosa, exiliando a talentosos artesanos e intelectuales musulmanes y judíos. Muchos de ellos terminarían en la otra orilla del “mare nostrum”, aportando su talento como capital inmaterial, contribuyendo a forjar el maravilloso acervo cultural que aún hoy puede apreciarse en Marruecos.


A diferencia de muchos países donde impera la xenofobia, el chauvinismo jingoísta y el racismo, en el Reino de Marruecos existe una inédita apertura hacia personas con potencial humano sin discriminación alguna. Y en ese contexto, el gobierno de la Región Oriental de Marruecos, una de las dieciséis regiones que dividen el país y que hoy prospera bajo el firme liderazgo del presidente Mohamed Bioui, ha decidido debatir la importancia del aporte de los inmigrantes a la nación en la que deciden vivir.


La convocatoria en Oujda, en la cual fueron invitados a participar varios expertos latinoamericanos el mes entrante, es doblemente significativa, pues se desarrollará en uno de los lugares más neurálgicos del inflamado nacionalismo marroquí. Se trata de los mismos parajes donde una sublevación contra el colonialismo e imperialismo de España y Francia, logró convertirse en lucha emblemática contra la opresión extranjera.


Los tratados de Tetuán de 1860, de Madrid en 1880 y Algeciras en 1906, complementados con el firmado en Fez en 1912, habían delimitado la vida administrativa administrativa y geográfica iniciada en 1907. Como ha sucedido siempre, los mapas dibujados por ilusorias conquistas sobre países con auténtico arraigo histórico e identidad, acabaron estrellándose contra la realidad atrincherada en la resonancia espiritual de una indómita nación.


No tardó en estallar una gran rebelión contra los españoles en las minas de hierro del Riff, cercana a Melilla, y pocos años después, las tropas españolas sufrirían el mayor desastre militar de su historia. Corría el año 1921, cuando una rebelión en esos mismos territorios que hoy conforman la región oriental de Marruecos, terminó en el desastre español de Annual, cuyas derivaciones en la política española llevaron a la caída de la monarquía y exilio del Rey Alfonso XIII.


El escritor español Juan Goytisolo había esclarecido respecto a la intangibilidad de las fronteras impuestas por el colonialismo, que si una nación que expulsó a los españoles de su territorio como Marruecos hoy tuviera que dividirse con fidelidad a lo que fue dibujado en el mapa por el colonialismo europeo, debería fragmentarse al menos en seis países diferentes.


Aplicada esa misma lógica a Sudamérica, no deberían existir países como Bolivia, Paraguay ni Uruguay, pues deberían estar fusionados con Argentina en lo fue alguna vez el Río de la Plata.


El mismo Goytisolo, autor de estas opiniones, acabó convertido en un capital inmaterial invalorable para la justa causa de Marruecos en defensa de su Sahara, con su magistral ensayo “El Problema del Sahara”. Tras dejar Barcelona por Francia en 1956, y Francia por Marruecos en 1997, quien había tildado a España de “madrastra inmunda, país de siervos y señores”, escéptico que pidió no ser enterrado en suelo católico, terminó sembrado en la tierra de un Reino que supo dimensionar su aporte intelectual a una causa sagrada.


Razón demás para prestar la debida atención a los inmigrantes, como hoy lo hacen los líderes de la Región Oriental de Marruecos, convocando a intelectuales de otras latitudes para debatir la importancia del capital inmaterial.

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