Cuando un doctorando, obtiene el “apto cum laude”, es porque la tesis o tesina que propone, es válida para la comunidad científica, y se le otorga dicha categoria, obteniendo el grado de doctor. Este veredicto, lo hace público un determinado tribunal de cientificos, expertos todos en la materia, que después de someter al doctorando, a una exposición y sus posteriores preguntas, para cerciorarse de la valia del aspirante, para defender sus posturas.
En la Historia de la Universidad Española, tenemos claros ejemplos de personas muy relevantes, que han investigado en determinadas áreas y que han obtenido la más alta cualificación, prestigiando a los estudios universitarios con sus investigaciones. Desde la fundación de los estudios superiores, en la edad media, obtener el grado de doctor, después de un proceso intensivo de estudio e investigaciones, que dura una serie de años.
En nuestros días, estamos asistiendo a una “profunda crisis” en materia de titulaciones de doctorado, así como de los cursos de postgrado con los masters. Con los ejemplos que salen a la luz, estamos poniendo en duda y entredicho los estudios universitarios, degradando a los mismos y provocando la duda en los procesos de investigación, tan necesarios para el buen funcionamiento de nuestra vida social. Son los orgullosos -según Dante en la Divina Comedia, pertenecen al grupo de los infiernos-, los que miran a losl demás por debajo del hombro. Los verdaderos doctores, son siempre personas humildes, sencillas, nada creídas. Han hecho de la investigación científica el porqué de sus vidas. Ellos son los verdaderos protagonistas del mundo cientifico.
Asistimos a un exceso de titulitis. Ponemos nuestras vidas, al servicio de los titulitos, que no son más que una exhibición. Conozco casos, que con unos expedientes magnificos, no saben que son los Monegros, el Parque Natural de la Sierra de Cazorla, ni tampoco dónde nace el rio Ebro o el Tajo. Mucho logaritmo neperiano, pero nada de cálculo mental sencillo; o mucha física cuantica, pero de gramática y ortografía, nada de nada; mucho eclectismo, pero no saben quien fue Diego de Silva y Velázquez, Francisco de Goya y Lucientes o Joaquín Sorolla Bastida.
Hace unos días, hablé con un colega, que está de corresponsal en Berlín, y me estuvo contando que ya se había abierto el curso escolar: primaria, secundaria, formativa -formación profesional- y universitaria. Me contó la importancia que le da el gobierno germano a los estudios profesionales, que son tan importantes como los universitarios. Y me razonó lo siguiente: estamos necesitados de fontaneros, electricistas, mecánicos, fresadores, protésicos dentales, cuidadores de geriatria … y así una larga lista de profesiones relacionadas con los tiempos que vivimos y las necesidades que tiene el estado alemán. Deberíamos tomar ejemplo tanto las autoridades educativas como los ciudadanos.
Dejemos aparcada la titulitis, el querer tener una carrera o doctorado, el “presunto engaño” en estudios de postgrado o máster y el plagio en las tesinas y tesis doctorados. Si decidimos cursarlos, hagamoslo convencidos, sin trampas y asistiendo a las clases de forma regular.
Debemos prestigiar los estudios universitarios, y si nos dan un “apto cum laude”, que sepamos defenderlo por el prestigio de la sociedad universitaria e investigadora.
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