El presidente francés, Emmanuel Macron, llegó a Marruecos el jueves para inaugurar con el rey Mohammed VI la línea de alta velocidad Tánger-Casablanca, presentada como “la más rápida de África” y como una alegoría de una productiva asociación entre París y Rabat.
El evento tuvo lugar en la enorme estación de tren renovada de Tánger, un estratégico y neurálgico centro marítimo entre África y Europa, desde donde partió el convoy con rumbo al corazón político y administrativo del Reino, basado en Rabat. Antes de abordar el tren, los jefes de estados recibieron sus respectivos boletos y luego viajaron a la capital administrativa del Reino a unos 320 kilómetros por hora, cubriendo el trayecto en poco más de una hora.
La línea Tanger-Casablanca, que cubre una distancia de 350 kilómetros, reducirá a menos de la mitad el tiempo de viaje anteriormente requerido. Esta línea estará abierta a los viajeros comunes a fines del presente mes.
Los responsables aseguran que Marruecos se convierte en el país con los mejores y más rápidos ferrocarriles del continente africano, posicionándose además como el epicentro de las inversiones extranjeras en la región. Analistas económicos franceses consideran al tren de alta velocidad como un paradigma que extenderá su ejemplo a todo el Magreb e incluso a la totalidad del continente africano, consolidando a Francia como el principal socio de Marruecos, aunque España haya logrado aventajarla en el comercio durante los últimos años.
Durante la última década, el comercio entre Francia y Marruecos ha crecido en casi tres mil millones de euros, según han consignado las estadísticas del Ministerio de Economía de Marruecos.
Fuentes francesas señalan que Macron acompaña la gestión de las empresas de su país que están involucradas, como Alstom, Ansaldo Ineo, Cegelec y Colas Rail Egis Rail. Los trabajadores se esforzaron hasta el minuto previo al viaje inaugural, para lograr completar el proyecto que en Septiembre de 2011 había arrancado con Nicolas Sarkozy, para seguir adelante bajo el liderazgo de François Hollande.
Acompañaron a Macron los ministros Jean Yves Le Drian (Relaciones exteriores) y el ministro del Interior Christophe Castaner.
La inversión marroquí asciende a unos dos mil millones de euros, cifra muy por debajo de los costos europeos para obras de una envergadura semejante.
Queda por preguntarse cuál será la reacción de aquellos que se resisten a la modernidad, rechazan el progreso e intentan retrotraer la región a los grises tiempos del oscurantismo.
Todo ello, obviamente, lejos está de ser una cuestión de principios. Apenas si se trata del perverso interés en perpetuar la dependencia, mientras otros pueblos eran asimilados a la modernidad con satélites y trenes de alta velocidad.
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