Es evidente que, el señor Albert Ribera. no tiene el más mínimo escrúpulo cuando se trata de buscarse la vida entre las turbulencias de la política nacional. Un partido, Ciudadanos, nacido en Cataluña con la finalidad de luchar a pecho descubierto contra los intentos de independizar la tierra catalana de lo que, para algunos de los más conspicuos catalanistas, consideran trato desconsiderado, robo, intrusión en lo que ellos consideran sus derechos nacionales y opresión por parte del Gobierno y el Estado españoles a los catalanes, a su lengua y a su propia economía; al haber conseguido un éxito en Cataluña logrando ser elegido como partido vencedor en las pasadas elecciones autonómicas y municipales, seguidos de otros éxitos lectorales que los situaron como tercer partido en las legislativas a la altura de Podemos, el que fue el verdadero partido revelación en aquellos comicios, se ve en una posición de ventaja sobre el resto de partidos sin que se haya puesto a analizar el efecto que, a la larga, va a tener el cambio de líder en el PP y sus efectos respecto a los votantes en un futuro a medio plazo y lo mismo podríamos decir de VOX.
Parece ser que la ambición, legítima ambición por otra parte, del señor Ribera puede llegar a conducirle a tomar decisiones que, si no de momento, a medio y largo plazo le pasen factura a la hora de que los ciudadanos deban acudir a las urnas para elegir a quienes les deban representar a nivel estatal, cuando lleguen las elecciones de marzo del 2020. Esto y siempre que, el señor Sánchez, no se vea obligado a adelantar los comicios si el Estado empieza a entrar en una deriva de recesión o si, su pobre representación en el Congreso de Diputados y la falta de apoyo de quienes le dieron soporte en la pasada moción de censura contra el señor Rajoy y el PP le obligaran a convocarlas. Es cierto que, entre el electorado español, al menos desde hace unos años, se observa una cierta desorientación en el sentido de su voto; seguramente debido a que el bipartidismo y algunos de sus defectos, les han hecho olvidar el hecho, determinante en la recuperación económica de España, de que, gracias al PP y a su atinada gestión financiera, económica y diplomática a cerca de las instituciones europeas, fue el que consiguió, con mucho trabajo y algunas cesiones, sin las cuales hubiera sido imposible que una España hundida, como era la que dejaron Zapatero y su gobierno socialista, hubiera podido librarse de será rescatada por Europa, viéndose obligada a pagar un alto precio por no haber cumplido con las consignas de Bruselas, en cuanto a la necesidad ineludible de efectuar recortes radicales en los aspectos sociales, entre los que se encontraban, sin lugar a dudas, los que se deberían haber llevado a cabo en las pensiones de jubilación, algo que los griegos se vieron obligados a hacer, pese a las bravatas de sus dirigentes.
En realidad, a la vista de cómo se están desarrollando los acontecimientos estos últimos días, aquellos que tenemos el temor de que sean los separatistas los que vayan consiguiendo avanzar en su proyecto secesionista, estamos cada vez más intranquilos viendo cómo, el señor, P.Sánchez, en su verdadera imagen de aspirante eterno a gobernar a su aire el país aunque, para ello, deba entregarse en manos de Podemos o mediante una alianza con Ciudadanos, y ahora esta posibilidad no la vemos tan lejana viendo el giro que Ciudadanos ha dado a sus conversaciones con el PP, para lo que podría ser un gobierno de derechas en Andalucía; seguramente debido ( al menos, así parece que utilizan como excusa) a la necesidad de contar con los 12 escaños que consiguió VOX, legítimamente, tan legítimamente como todos los otros partidos, al conseguir que, más de 300.000 ciudadanos, los votaran.
No se puede entender más que como el gran efecto que esta inesperada aparición de VOX ha tenido en la arena política cuando, para la mayoría, era un partido insignificante al que se le consideraba condenado al ostracismo. Vayan ustedes a saber si, debido a que muchos electores del PP y de Ciudadanos, sin descartar a una izquierda desengañada, decidieron volver al redil al ver la saña, el odio, el rencor y el prevalimiento de unas izquierdas que intentan remover lo que fueron los años de la Guerra Civil, ignorando que ya han pasado más de 80 años de aquel enfrentamiento entre españoles y que, entretanto, varias generaciones de españoles apostaron por olvidarse de ella, para reconciliarse y emprender juntos el camino de la paz y la prosperidad. Algo que, seguramente, se hubiera podido conseguir con la recuperación de la economía española, que ya se atisbaba cercana, si no hubiera sido por el intento de los separatistas y los comunistas bolivarianos de Podemos, de aprovechar la ocasión para iniciar una campaña, ( campaña que no ha cesado desde entonces) acusando a la derecha española de todos aquellas situaciones, todavía no resueltas, que afectaban a la ciudadanía que, en realidad, no eran más que las consecuencias de ocho años de gobierno socialista, que había llevado a España a las puertas de la bancarrota.
Mal momento ha escogido el líder de Ciudadanos, Albert Ribera, para intentar darle una vuelta más al problema andaluz. Y todavía peor si se tiene en cuenta que, si se frustra la posibilidad de que los socialistas, después de 36 años ostentando el poder en Andalucía, cuando se hallan a las puertas de la resolución del juicio de los EREs, que amenaza con poner en evidencia la clase de gobierno que llevó a cabo la Junta de Andalucía y que es muy posible que, algunos de sus altos dirigentes, acaben siendo condenados por su negligencia en vigilar las actuaciones de sus subordinados, una posibilidad que va a situar al socialismo andaluz en una situación muy delicada. Es evidente que darles la espalda al PP y a VOX que, pese a todo lo que se pueda decir en su contra por las izquierdas, se ha demostrado que, hasta hora, fueren cuales fueren sus proyectos internos y sus reticencias acerca de determinadas partes de la Constitución, lo cierto es que se están manteniendo dentro de la más escrupulosa legalidad puede constituir un error táctico difícilmente explicable. Algo que, por cierto, no ocurre con partidos como los catalanes que, sin el menor rebozo, no han dudado en enfrentarse directamente contra la Carta Magna, ignorando las sentencias de los tribunales de Justicia y haciendo oídos sordos a las advertencias que, repetidamente, les ha trasladado el TC respecto a sus decisiones de atribuirse competencias que, en ningún caso, tuvieron y que han excedido de las facultades que se les ha atribuido por la Constitución y por el Estatuto catalán.
Puede que Ciudadanos, endiosados por unos resultados que, pese a ser halagadores, como se ha visto con otras opciones políticas, en tiempos de la era digital y la información al momento, cualquier circunstancia puede cambiar de la noche a la mañana y lo que hoy puede ser una noticia esperanzadora y alentadora para una determinada formación política es muy posible que, por cualquier declaración inoportuna, master irregular o circunstancia adversa se encuentre con el hecho de que, todo lo que había soñado que iba a suceder, se le convierta en agua de borrajas. Podemos entender, no aceptar, que el ambicioso líder de Ciudadanos aspire a ocupar el sillón en la Moncloa, pero si para ello tiene que apoyar a un líder como Sánchez, que le obligará a la política desquiciada de aumentar los impuestos y recurrir a la Deuda Pública para poder sostener una política social desmesurada ¿Hasta cuándo? Pues si es, como tiene en mente, para aumentar las pensiones, subir un 2% el sueldo de los funcionarios, contentar a los militares con inversiones millonarias, crear más funcionarios ( los aumentos de salarios van a afectar a la friolera de 2´7 millones de funcionarios del Estado, con sus correspondientes efectos en el Tesoro público), ofrecer más subvenciones a sus amiguetes y mantener el peso económicos de todas las empresas públicas que se han creado en torno de la Administración; es evidente que habrá un momento en el que Europa, que ya se viene mostrando reticente con el proyecto de PGE presentado por el PSOE, se verá obligada a tomar medidas, máxime si resulta ser cierto, como viene anunciando la nueva ministra de Trabajo, que se van a modificar las los cambios de legislación laboral que el gobierno anterior, siguiendo instrucciones de la UE, tuvo que hacer en el campo social que, y ahí es donde les duele, les restaba a los Sindicatos ( hasta entonces presentes en cualquier conflicto entre las empresas y sus trabajadores) perdieran parte de su poder al priorizar los convenios de empresas sobre los sectoriales, lo que ha venido evitando una gran parte de las huelgas o mítines laborales que antes tenían lugar cada vez en la que se tramitaba uno de estos convenios entre la empresa y sus trabajadores.
No sabemos, aunque seguimos pensando que el PP va a conseguir remontar pese a que todo el resto de partidos están empeñados en acabar destruyéndolo, si el señor Casado, un líder al que no se le puede negar valentía, inteligencia, buena oratoria y entusiasmo, amén de ser un adicto al trabajo, como viene demostrando en sus maratonianos viajes por toda la geografía española a la caza del voto de cualquier pedanía o aldea, en un trabajo de campo que pocos de los dirigentes políticos podrían emular aunque quisieran imitarlo. Nuestra impresión, como ya hemos escrito en otras ocasiones, es que el nuevo líder del PP debe tener un tiempo para adaptarse a las circunstancias políticas actuales y que, con toda seguridad, es muy posible que cometa algunos errores que le servirán para ir aprendiendo de ellos. Nunca hemos llegado a pensar que, habiendo comenzado su carrera cuando el resto de partidos ya han recorrido medio trayecto, le vaya a ser posible que, antes de las elecciones de Mayo, si realmente se celebran en dicho mes, haya conseguido convencer a todos aquellos que se fueron a Ciudadanos o que ahora se han pasado a VOX, para que se decidan a volver al redil del PP. Será una labor ardua que, con toda posibilidad, va a necesitar de un tiempo, el necesario para convencer a los desengañados del gobierno del señor Rajoy y de la vicepresidenta, Sáez de Santamaría, para que regresen al PP bajo la dirección de este nuevo equipo que acaudilla Pablo Casado. Un equipo que ha decido recuperar sus orígenes, los valores y principios que antaño eran santo y seña de Alianza Popular y que nunca, por razones de oportunismo político y electoral, se debieron de dejar postergados, para desengaño de los votantes de siempre y adictos al partido.
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, tenemos el convencimiento de que Ciudadanos puede que esté cometiendo uno de los errores mayúsculos, seguramente irreparable, si se creen que buscando acuerdos con el PSOE, o amagando con dejar colgado al PP, ahora que parecía que había una posibilidad clara de arrinconar al PSOE en Andalucía, van a amarrar más votos para las próximas legislativas. A costa de haber colaborado con un PSOE responsable de reunirse para dialogar con los separatistas cuando es evidente que la situación actual ya no permite más componenda ni cesiones y prueba de ello es que, algunos de los barones más representativos del PSOE, como García Paje y otros, ya se han manifestado en contra la deriva de su líder respecto al separatismo catalán considerando que esta política de cesiones al nacionalismo, puede acabar siendo una pesada losa para las perspectivas electorales futuras de su partido, el PSOE.
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