El asesinato de Laura Lucimo en manos de Bernardo Montoya, un delincuente que 23 años antes había matado a una anciana que vivía sola, ha resucitado el debate de la necesidad o no de endurecer el castigo a estos delincuentes en el Código Penal” (J. M R.).
El mismo J. M. R. en su escrito Los expertos planean mejorar los controles de los presos peligrosos, redacta: “Cuando la llegada de la democracia trajo la eliminación de la pena de muerte, salvo para tiempos de guerra, nadie reflexionó sobre qué hacer con el delincuente terrible”, dice el magistrado Arturo Beltrán. “Se pensó que la democracia traería la sanidad, nos haría mejores, y eso es un error. Teníamos un fenómeno terrorista que se agravó…la democracia no trae ausencia de crímenes. Entonces se legisló por impulsos. Primero se eliminó la reducción de penas en la cárcel con lo que se garantizaba el cumplimiento íntegro y máximo de 30 años. Luego se aumentó a 40…Más tarde el 2010, se reformó el Código Penal para introducir la libertad vigilada, una pena después de la pena”.
J. M. R. sigue escribiendo: “El PP utilizó este crimen (el de Bernardo Montoya) para exigir en el Congreso una ampliación de la prisión permanente revisable, aprobada hacía sólo tres años y aplicada a cinco asesino. Los juristas consultados sostienen que estas medidas no tienen la eficacia que se proclama ni reduce los asesinatos. Pero coinciden en que algunos crímenes cometidos por reincidentes deben hacer reflexionar a los políticos sobre posibles mejoras legislativas en el sistema punitivo”.
J. Ricou, escribe: “Rehabilitar a un asesino, un violador, un maltratador o un delincuente extremadamente violento cuesta además de mucho esfuerzo por parte de los profesionales, dinero. Las prisiones deberían cumplir esta tarea, pero casos como el de Laura Lucimo hacen evidente que estos programas que buscan la reinserción tienen errores”. Citando a Rafael Torralba, profesor del Departamento de Psiquiatría y Medicina Legal de la Universidad Autónoma de Barcelona, escribe: “Precisaría preguntarse, cuando pasa esto, si los profesionales han trabajado con estos presos habiendo dispuesto de todos los recursos necesarios para hacer su trabajo”.
La prisión permanente revisable tiene sus deficiencias lo que implica que no puede garantizar que violadores y asesinos cuando salgan de la cárcel lo harán como personas honestas y fiables. El delito de violación acompañado en algunos casos de asesinato es el que más preocupa a la sociedad actual. La Biblia habla de ello en estos términos: “Si hubiese una muchacha virgen desposada con alguno, y alguno la hallase en la ciudad, y se acostase con ella, entonces los sacareis a ambos a la puerta de la ciudad, y los apedrearéis y morirán, la joven porque no dio voces en la ciudad, y el hombre porque humilló a la mujer de su prójimo, así quitarás el mal de en medio de ti. Mas si un hombre encuentra en el campo a la joven desposada y la viola aquel hombre, acostándose con ella, morirá solamente el hombre que se acostó con ella, mas a la joven no le harás nada, no hay en ella culpa, pues como cuando uno se levanta contra su prójimo y le quita la vida, así es en este caso. Porque él la encontró en el campo, dio voces la joven desposada, y no hubo quien la librase” (Deuteronomio 22: 23-27).
La violación, entre otros crímenes, es un delito que según la Biblia merece pena de muerte. La gravedad del crimen así lo requiere. Si nos dejásemos guiar por la Biblia no sería necesario revisar por impulsos el Código penal.
Con la democracia, para neutralizar los juicios sumarísimos del franquismo, se abolió la pena de muerte. Muchos están en contra de ella debido a las deficiencias de la justicia que en algunos casos condena a pena de muerte a personas que más tarde se descubre que eran inocentes. Los legisladores son quienes deben decidir endurecer las penas del Código Penal para evitar que violadores, asesinos, pederastas, secuestradores no puedan volver a cometer los crímenes que los llevaron a la prisión cuando recuperen la libertad una vez cumplida la sentencia impuesta.
Habiendo reflexionado bastante sobre este tema he llegado a la conclusión que si no se restablece la pena de muerte el legislador debería legislar la prisión perpetua sin la posibilidad de indulto alguno. La gravedad del delito de violación tiene un alto precio. No es cuestión de humanidad suavizar las condenas. Es de justicia que los violadores paguen como se merecen por el crimen cometido.
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