Nuestra cultura nos ha inculcado desde nuestra más tierna infancia que para ser más productivos, tanto en nuestra vida personal como profesional, hay que invertir mucho tiempo. Un mantra que es totalmente erróneo y que debemos intercambiar por una sencilla fórmula que sirve para explicar qué es la productividad: la relación entre la calidad de trabajo con el tiempo que empleamos en realizarlo (Calidad de Trabajo/Tiempo).
Aquellas personas que realizan un trabajo impecable en un intervalo de tiempo demasiado amplio no son productivas, de la misma forma que tampoco lo son aquellas que terminan su trabajo pronto y mal. Es importante encontrar un equilibrio basado en la eficacia, que es la cantidad de tiempo empleado en cada esfuerzo dirigido al crecimiento de algo, y que se mide por la conquista de metas. También basado en la eficiencia, tratando de conseguir objetivos en el menor tiempo posible y con el menor gasto asociado.
A través de este ejercicio de autobservación de los hábitos productivos se pueden corregir las pautas erróneas y adoptar costumbres óptimas, útiles para conseguir el rendimiento deseado en el menor tiempo posible. De esta manera, nuestro trabajo saldrá adelante de forma más rápida y eficiente y tendremos mucho más espacio para dedicar a todas esas actividades lúdicas que nos ayudan a ser felices: pasar más tiempo con la familia y amigos, practicar algún deporte, ir al cine, al teatro, viajar, etc.
Además de tener en cuenta la fórmula Calidad de Trabajo/Tiempo que plantea Aritz Urresti, CEO de goalboxes, para poner en marcha este proceso de cambio y mejorar nuestros niveles de productividad es importante definir una serie de elementos clave que no podemos pasar por alto, que están conectados entre sí y también con nuestra capacidad productiva.
3 cuestiones para mejorar nuestro rendimiento:
1)¿Cuántas horas te dejas robar al día?: Es importante saber cuánto vale nuestro tiempo, un punto que está muy enfocado al mundo laboral pero que puede ser de gran utilidad para priorizar las tareas que tenemos que realizar también en casa. Por eso, hay que perfilar cuánto cuesta una hora de nuestro trabajo y preguntarse cuánto tiempo estamos dispuestos a dejarnos ‘robar’. Convertir el tiempo en euros en nuestra cuenta bancaria es un ejercicio que nos ayuda a hacer tangibles los minutos con los que contamos y aprovecharlos en acciones que nos aporten un beneficio, que no tiene por qué ser sólo económico.
2)¿Cuáles son tus tareas de Alta Rentabilidad (AR)?: Conocer el precio de nuestro tiempo es útil, además, para identificar tareas más rentables para nuestro negocio o para nuestra vida. No tiene el mismo valor una visita comercial que hacer una fotocopia. Aunque ambas son necesarias para el desarrollo de un negocio, tenemos que dedicar más tiempo a la que nos genere una mayor rentabilidad, es decir, reservar un número de horas concreto a la semana para dedicar a acciones como las visitas comerciales de las que hablábamos en el ejemplo.
3)¿Es tu meta la perfección?: Muchas veces la perfección acaba siendo enemiga de lo bueno. Para alcanzarla tenemos que dedicar demasiado tiempo y, en consecuencia, recortar nuestra productividad. Es preferible ofrecer y obtener unos resultados óptimos en poco tiempo que entregar un trabajo perfecto en el que se inviertan demasiadas horas y que nos impida avanzar en otros aspectos de nuestro trabajo y nuestra vida.
“El mundo está lleno de personas que nos roban el tiempo constantemente. Y no nos damos cuenta porque es algo intangible, pero es uno de nuestros bienes más preciados que tenemos que invertir sabiamente para ser productivos. Tenemos 84.000 segundos diarios que debemos aprender a gestionar y a gastar de forma eficaz para no perderlos al terminar la jornada”, advierte Aritz Urresti, CEO de goalboxes.
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