Por Socha (Firma colectiva)
La solución BBVA para la Operación Chamartín es única. No hay otra capaz de desarrollar el proyecto que concibiera Josep Borrell para dotar a RENFE de una Estación de ferrocarril moderna. Tenía como problema añadido el desarrollo urbanístico y la modificación del Plan General de Ordenación Urbana en esa zona, que ha traído dos complicaciones importantes: La bolsa de negocio que se ha generado con contribuciones y gabelas difíciles de actualizar y precisar. Y la trascendencia de una actuación capaz de definir a los grupos políticos que se acerquen a ella. Aunque ya lo hicimos, no es ocioso repetir que esas complicaciones, precisamente ésas, son las que dieron sentido a la forma usada para concebir el desarrollo de la Operación Chamartín. En oposición, pudo argüirse entonces, como hace ahora quien no aporta soluciones, que RENFE podría haber expropiado y diseñado lo que necesitara. Pero entonces, como ahora, esa posibilidad rayaba en lo imposible por algo incuestionable: Cuantía económica. Dificultad de modificación del urbanismo.
Lentitud para gestionar el proceso desde RENFE. Y visión cortoplacista de los políticos, ávidos de resultados y condicionados (o imposibilitados) para lograr acuerdos a largo plazo.
Ya advertimos el monto del negocio previsto en la Operación Chamartín. En principio se preveía una cifra que ha aumentado por circunstancias ajenas: Una, previsible y difícil de precisar, debida a la revalorización de los terrenos. Y otra, imposible de cuantificar, que depende de los gestores que deciden y de la voracidad que, conocida o no y hasta corrupta, pueda existir en ellos o en el grupo al que pertenezcan.
Ya hemos analizado la situación del BBV en la licitación, que perdió ante Argentaria (Véase O.CH. XLV, El BBVA y la Izquierda). Pero antes de ver la Operación Chamartín actual en la órbita del BBVA, conviene aislar a ambos, Operación y banco, de la última y estrepitosa entelequia del momento: La llamada “Venganza negurritarra pendiente del pasado” que pudiera estar ocurriendo ahora, cuando se mezcla al ex-presidente Francisco González con declaraciones del ex-comisario Villarejo. Aunque es innecesario, recordemos que BBVA nace de los antiguos Banco de Bilbao y Banco de Vizcaya, que se fusionaron antes de unirse al complejo Argentaria, de titularidad pública. Hubo en aquella fusión un acuerdo BBV-Argentaria, que se malogró por la aparición de unas irregularidades en el BBV que se recuerdan ahora.
Los dos bancos, para su fusión - Protocolo de Fusión firmado el 19-X-1999 en el palacio del Marqués de Salamanca - habían acordado superar el compromiso inicial 3+3+3 (en que desembocó el juego de equilibrios entre el Gobierno de Aznar, el BBV que asesoraba Miguel Sebastián, y Argentaria) con algo más simple: Sustituir el inicial 3+3+3 - tres años de Presidencia única y seguida de Emilio Ybarra (BBV), Francisco González (Argentaria) y Pedro Luis Uriarte (BBV) - por dos copresidentes, González e Ybarra, y un Consejero Delegado, Uriarte, segundo de Ybarra en BBV. Pero todo se fue al traste cuando el Banco de España, el 15 de marzo, “acordó poner en marcha un expediente disciplinario al BBVA, a 16 consejeros y altos cargos del banco” al descubrir “... operaciones ocultas en el extranjero, en los paraísos fiscales de Jersey (Reino Unido) y Liechtenstein”. Era lo que se llamó “descubrimiento de la Caja B”, previo a la dimisión de Ybarra, en diciembre de 2001, después de haber arrastrado “a una generación de colegas ante el mismo umbral de la justicia”, según texto de Ernesto Ekaizer. Aquello supuso la presidencia única de Francisco González y el freno a la generación bancaria BBV, la generación asociada al Neguri vizcaíno que se recuerda ahora cuando, sin asociarla, se cita la “Venganza negurritarra pendiente del pasado”.
Obviado el pasado de BBV y Argentaria, para ver el presente de la Operación Chamartín, con DCN en la órbita del BBVA, porque a estas alturas ya no importan, o importan menos, también parece aconsejable prescindir de las cuitas actuales que pudieran traer causa de aquéllas. Nos encontramos así con un concurso, hecho por RENFE en 1993 y adjudicado a DCN, que propuso la oferta más ventajosa. Para pronunciarse sobre si procede, o no, reconsiderar la solución DCN, ahora cuestionada por algunos, sólo cabe tener en cuenta: Propuesta con compromisos contraídos y derechos adquiridos. Evolución de la situación. Cumplimiento del Contrato de Adjudicación y modificados. Y Posibilidad de éxito. Veámoslo:
Propuesta, compromisos y derechos. Invariable la propuesta, los compromisos se concretan en Canon Fijo (CF) y Canon Variable (CV). Estando el CV reformado en modificaciones de contrato y supeditado a variaciones, procede fijarse únicamente en el CF; en él se ofertaban 17.120 millones de pesetas para obras, que se especificaban en la cláusula 12ª del Contrato y se identificaban en la cláusula 14ª. En ella se determinaba la construcción de un edificio de 22.000 metros cuadrados para RENFE, según características recogidas en cláusula 13ª y con la advertencia de la cláusula 12ª.3 que define interpretación: La Adjudicataria se compromete a incluir en sus propuestas de modificación de planeamiento las propuestas incluidas en el CF y dar prioridad a su construcción. Para ello, cumpliendo su obligación contractual, DCN ha previsto 146.110.967,10€ (Ver O.CH XXX, Síntomas en el BORME), equivalentes a 24.310.819.371,90 pesetas, superior al ofertado CF. A ello hay que sumar una Ampliación de Capital de 22.000.000 €, activada por DCN hace unas horas. Por lo anterior, los derechos del adjudicatario merecen ir acordes con lo ofertado-pactado y hecho.
Evolución. Es útil como propaganda negativa mencionar que un banco, BBVA, participa en DCN. También los aspavientos sobre políticos corrompidos por el gran capital. Pero es incuestionable que todas las variaciones, aunque las haya propuesto DCN, sólo han sido acordadas por las instituciones que tienen capacidad para hacerlo con informes preceptivos. Por eso, de las variaciones que hay en la Operación Chamartín, conocidas u ocultas, sólo merecen atención (se la dedicaremos) las que vayan incluidas en las Modificaciones de Contrato que se tramiten.
Cumplimiento de Contrato de Adjudicación y modificaciones. Por lo conocido, DCN ha cumplido el contrato. Ha habido modificaciones (las estudiamos y estudiaremos) y en ellas DCN ha actuado desde unos principios que no merecen crítica y son básicos en entidades privadas: Defender el interés del accionariado. Y procurar la mayor rentabilidad posible.
Posibilidad de éxito. Después del tiempo transcurrido, las inversión hecha, la capacidad técnica y organizativa demostradas y la solvencia económica, es evidente que la posibilidad de que DCN tenga éxito en la Operación Chamartín es algo más que fantasía. Intentar echar atrás lo hecho llevaría a una situación en la que los derechos de todos entrarían en controversia. Una controversia importante, y muy cara, difícil de encarar desde la situación ciudadana, urbana, municipal, autonómica y nacional.
Por ello, usando frases del exconcejal de Urbanismo del Ayuntamiento de Madrid Jesús Espelosín en Nueva Tribuna 26-01-2019, podemos concluir que “la verdadera razón para mantener al BBVA como candidato a llevar a cabo la Operación Chamartín es tan simple como que representa, no solo la mejor opción, sino la única, debido a su gran experiencia técnica en la materia, su capacidad de financiarla sin necesidad de que lo autorice el Banco de España, su inquietud social, el clamor popular para que eso sea así y la celeridad con la que van a crear los cientos de miles de puestos de trabajos que han anunciado en sus campañas de prensa”.
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