Conversando con unos amigos sobre la violencia en general, uno de ellos me dijo algo que oía por primera vez: Si Jesús dijo: “Perdonad a vuestros enemigos”, ¿cómo es que no perdona a Eva? A veces se dicen cosas sin haber meditado en ellas. Si de verdad se quiere saber si Dios ha perdonado o no a Eva debe irse al inicio de la historia para saberlo. Es bien conocida la historia del fruto prohibido. Para muchos este relato es un fabula. Si es así es imposible entender la condición humana. Como creo que lo que sucedió en el paraíso es historia, intentaré con la ayuda del relato bíblico dar respuesta a la pregunta que se me hizo a micrófono cerrado.
El Creador puso a Adán en el paraíso “para que lo guardara y lo labrase” (Génesis 2:15). Cuando se desconocía qué es sudar, el hombre tenía que ser payés. Tenía a su disposición todos los frutos que cosechaba, excepto el del “árbol del conocimiento del bien y del mal” (v.17). Para que la creación funcionara según los propósitos del Creador, Éste puso límite a la libertad del hombre: No podía comer el fruto de un árbol determinado. La prohibición fue una prueba que serviría para evaluar si sería un súbdito fiel o no. A la prohibición le acompañó la consecuencia de la desobediencia: “El día que de él comieres ciertamente morirás” (v.17). La desobediencia de Adán como cabeza de toda la humanidad tuvo su consecuencia: La muerte se ha extendido hasta nuestros días y seguirá haciéndolo hasta el día final.
Eva jugó su papel en la desobediencia de Adán. “Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría, y tomó de su fruto, y dio también a su marido, el cual comió así como ella” (3:6). La consecuencia inmediata de la desobediencia fue: “Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos, entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales” (v.7). Con su esfuerzo intentaron recuperar el estado de pureza original. Fracasaron. La amistad con Dios se rompió: “Y se escondieron de la presencia del Señor Dios entre los árboles del huerto” (v.8). Pero Dios los encontró y no los dejó abandonados a su suerte: “Y el Señor Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió” (v.21). Las túnicas de piel tienen su significado. Fue necesario que Dios matase unos animales, probablemente corderos, que simbolizan “el Cordero de Dios que borra el pecado del mundo” (Juan 1: 29). La túnica de piel con la que Dios cubrió la desnudez de Eva responde la pregunta que el compañero me hizo: Dios perdonó el pecado de Eva. Aun cuando el pecado le fue perdonado, en el tiempo tiene sus consecuencias. Me limitaré a citar una que es posible que mi compañero tuviese en mente cuando me hizo la pregunta: “Y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti” (v.16). El pecado ha roto la sintonía entre hombre y mujer. La declaración del Señor contiene el germen de todos los agravios que el hombre puede llegar a hacer a la mujer. La primera manifestación de violencia machista se encuentra en Lamec que “tomó para sí dos mujeres” (4: 19), clara rebeldía al principio monógamo establecido por Dios (2: 21-24). Con la poligamia se abre la puerta a todos os abusos que se cometen contra la mujer.
Es bien sabido que Caín mató a su hermano Abel. “Y conoció de nuevo Adán a su mujer, la cual le dio un hijo, y llamó su nombre Set: Porque Dios, dijo ella, me ha sustituido otro hijo en lugar de Abel, a quien mató Caín” (4:25). Con Caín y Set se inician dos linajes de carácter espiritual que caminan el uno junto al oro a lo largo de toda la historia.. El de Caín lo constituyen todos los que tienen como padre espiritual a Satanás, que se caracteriza por la violencia en general y en particular la que se ejerce contra la mujer. Con Set se inicia el linaje de los hijos de Dios al que se entra a formar parte por la fe en Jesús, simbolizado por las pieles de cordero, que se caracteriza por su pacifismo y en concreto por el respeto hacia la mujer. El Nuevo testamento aporta más luz al tema. El apóstol Pablo escribiendo a los cristianos de Éfeso trata el tema del matrimonio, enseñanza aplicable a las relaciones hombre-mujer, en el ámbito social. Es un tema que se evita, pero por encontrase en la Biblia que es Palabra de Dios que no puede soslayarse sin sufrir consecuencias: “Someteos unos a otros en el temor de Dios” (Efesios 5:21). Pues bien este someterse unos a otros en el temor del Señor es la clave de la estabilidad matrimonial y del cambio de mentalidad respecto a la mujer. La anarquía en el matrimonio como en cualquier otra institución crea desorden porque se carece de autoridad reconocida que la dirija. En el matrimonio sucede lo mismo. Dios es la autoridad suprema que delega autoridad, en este caso, en el marido: “Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor, porque el marido es la cabeza de la mujer, así como Cristo es la cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y Él es su Salvador. Así como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas a sus maridos en todo” (vv.22-24). Debemos tener en cuenta que el matrimonio es una analogía de la relación de Cristo con su iglesia. Si no se entiende esto es incomprensible el matrimonio cristiano: “Maridos amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó asimismo por ella…Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer , a sí mismo se ama…Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo, y la mujer respete a su marido” (vv.25,28,33).
Este texto sobre el matrimonio nos transporta al paraíso cuando el Creador instituyó el matrimonio antes de que el pecado cometiese su fechoría: “Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne” (v.31 y Génesis 2: 22-24). Cristo restaura el matrimonio que el pecado rompe.
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