El 5 de julio de 1811 se firmó el acta de la independencia de Venezuela, república que conmemora 208 años de su independencia. Lo hace esto en medio de una de sus mayores crisis: con la peor inflación que haya conocido el hemisferio, con la caída de la producción en menos del 50%, con 2 a 3 millones de personas que se han ido del país y con un devastador bloqueo económico.
GESTA HEROICA DE LOS VENEZOLANOS
Todos los latinoamericanos y pueblos independientes del mundo tenemos una gran deuda moral con Venezuela. En la guerra civil que se dio en este país (1810-1823) murieron un cuarto de millón de personas, cifra espectacular para aquella época pues implicaba que más de la cuarta parte de sus habitantes perecieron en ese conflicto. Según Restrepo en 1810 había 800,000 venezolano y 15 años después, pese a los numerosos nacidos, la población de dicha nación era de menos de 660,000 personas
De Venezuela partieron las expediciones libertadoras de Simón Bolívar y José Antonio Sucre quienes lograron consolidar también las independencias de lo que hoy son las repúblicas de Colombia, Panamá, Ecuador, Perú, Bolivia y la mayor parte de Guyana. Las tropas venezolanas, gran-colombianas, platenses, chilenas y del Alto y Bajo Perú que comandaron los generales venezolanos Bolívar y Sucre derrotaron a los realistas en las batallas de las alturas de Junín y Ayacucho en 1824 con lo cual se selló la derrota final de Madrid en la América continental.
Al menos uno de cada cuatro venezolanos ofrecieron su vida en esa gesta, en tanto que dicha nación no buscó anexar a sus vecinos sino crear un gran Estado que uniese a los Andes.
Durante el boom del petróleo Venezuela acogió a 6 millones de colombianos (muchos de ellos que huían del conflicto armado) y a cientos de miles de peruanos, ecuatorianos, españoles, portugueses y nacionales de otros países.
CRISIS Y BLOQUE ACTUAL
Hoy la república de Bolívar atraviesa por uno de sus peores momentos en la historia. Tiene los sueldos más bajos y el mayor alza de precios del continente. Para los opositores la culpa es del gobierno chavista, mientras que para los oficialistas ello es producto de las sanciones impuestas por EEUU.
Al margen de cuál sea nuestra posición con respecto al presidente Nicolás Maduro, si lo apoyamos o rechazamos, lo cierto es que Venezuela necesita de nuestra solidaridad, así como nosotros la recibimos de ellos hace 2 siglos.
Esta república viene siendo objeto de descomunales sanciones que no afectan a su elite gobernante sino a sus más de 30 millones de habitantes. Su principal empresa estatal en el exterior (la petrolera CITGO en EEUU) ha sido confiscada mientras que miles de millones de dólares en reservas en bancos de Londres y Lisboa han sido retenidos. Los bancos, países y empresas que hacen negocios con Caracas son sancionados por EEUU. La mayor potencia económica, militar y nuclear de la historia no deja que nadie compre oro venezolano y, además, ha venido organizando una intervención militar contra ese país.
Las sanciones económicas ya vienen costando más de 30,000 millones de dólares en pérdidas, cifra con lo cual se podría garantizar la salud, empleo y educación de los venezolanos y revertir la hiperinflación, el empobrecimiento y la fuga de ciudadanos al exterior. Además, según Naciones Unidas, decenas de miles han muerto por dichas sanciones.
DEFENDER A VENEZUELA
No se trata de defender al gobierno de Maduro, sino de oponerse a esas sanciones y agresiones que vienen empobreciendo a millones de venezolanos y alentado la emigración. Hay quienes creen que Maduro es un gran líder que defiende a la patria contra el gran imperio y que el chavismo ha mejorado el acceso a la vivienda, salud y educación de las mayorías.
También hay muchos opositores a Maduro que también llaman a defender la soberanía nacional contra tales ataques. Hay quienes cuestionan al chavismo desde la derecha, como el ex alcalde capitalino Claudio Fermín para quien haber suspendido en 2016 a la Asamblea Nacional fue un golpe dictatorial ilegal, o desde la izquierda, como la directiva del sindicato petrolero para la cual este es un gobierno “hambreador” que sigue pagando la deuda externa y manteniendo a una rica “boli-burguesía”, pero todos ellos consideran que las medidas impuestas por Donald Trump vienen afectando a todos los venezolanos, y que debe parar.
El mismo magnate norteamericano que viene haciendo el carísimo mega-muro para dividir a la América rica blancoide y angloparlante del norte de la pobre, mestiza y latina del sur, es el mismo que trata de dividir a los latinoamericanos entre chavistas y antichavistas. Tras esa falsa dicotomía Trump quiere asfixiar a Venezuela y a cualquier país que no se le someta. Con esa acción ha logrado desintegrar a la Unión de Naciones Suramericanas, el primer y único proyecto de unir a todas las 12 repúblicas de dicho continente, y está auspiciando una fuerte confrontación entre países vecinos.
Esta es la primera vez en la historia sudamericana que EEUU ha amenazado públicamente con invadir a uno de sus países ni con capturar a su presidente, que ha ocupado la embajada y la mayor empresa estatal de una nación latinoamericana en Washington, y que ha alentado unos mega-apagones que cortaron el servicio de luz y agua a todo un país como los que se dieron en marzo-abril (a los que Caracas afirma que fueron hechos mediante ataques cibernéticos y electromagnéticos organizados por dicha mayor mega-potencia).
El presidente venezolano es el primero en las Américas en lo que va de este milenio que ha sobrevivido un intento de magnicidio, aunque se han dado otros dos proyectos más de asesinarlo.
Desde Miami casi a diario hay gente que aparece en la TV pregonando que se asesine al presidente de Venezuela y a su entorno así como a miles de sus seguidores. Hace poco fue desarticulado un golpe cuyos actores planeaban abiertamente asesinar a los presidentes de la república, de la constituyente y de la corte suprema, así como a miles de venezolanos con ayuda de personal del exterior.
SOLIDARIDAD CON VENEZUELA
Independientemente de cual sea nuestra posición frente al gobierno de Venezuela el deber de todo latinoamericano es el de oponerse a la interferencia de cualquier potencia sobre nuestra región y de evitar que nuestro continente sea escenario de otra guerra “democratizadora” como las que Washington ha hecho en Afganistán, Irak, Siria o Libia y han llevado a millones de muertos y desplazados y a la destrucción y fragmentación de esas repúblicas. Cualquier baño de sangre en Venezuela generaría un efecto dominó sobre todo el Caribe y Latinoamérica multiplicando la violencia por doquier.
En este día de la independencia de Venezuela es hora de pedir al mundo que se una para pedir que paren todas las sanciones contra los más de 30 millones de venezolanos y que se les devuelvan todos los bienes confiscados en el exterior a dicha nación.
Son los propios venezolanos por si solos quienes deben decidir su propio destino y son ellos mismos quienes deben acordar si mantienen o sacan a sus respectivos gobernantes. Las sanciones de Washington producen hambre e inestabilidad en toda la región y no apunta a mejorar la situación de los pobres sino a conseguir mejores oportunidades para que sus grandes corporaciones lucren a costa de las mayorías.
Los verdaderos opositores al chavismo deben por encima de todo defender la independencia de su patria, y, si no lo hacen, no están al servicio de sus compatriotas.
Los pueblos de todo el mundo y de Latinoamérica deben solidarizarse plenamente con Venezuela y exigir que se respete la independencia que ganaron hace 2 siglos en medio de tanta lucha.
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