La llegada de los meses de calor se traduce en el aumento de bañistas que disfrutan de su tiempo libre en zonas en todo el territorio. Debido a esta situación se incrementan las probabilidades de ahogamiento, ya que las medidas tanto de prevención como de reacción no son siempre las apropiadas, hasta el punto de que solo en el mes de junio de 2019 se produjeron 47 fallecidos.
Según señala el último Informe Nacional de Ahogamientos elaborado por la Real Federación Española de Salvamento y Socorrismo (RFESS), la media de ahogados cada día en el mes de junio de 2019 fue de 1,56 personas. Esta institución también ha publicado que en el mes de mayo hubo 26 personas fallecidas en espacios acuáticos, seguidos del mes de abril y enero, con 17 ahogados cada mes; marzo, con 16, y febrero con 12.
En junio de 2018 hubo 34 fallecidos, trece menos que este año, mientras que en el cómputo del primer semestre del año anterior se produjeron nueve muertes menos: 126 frente a las 135 de este año.
El verano es el momento de más riesgo. Los datos muestran que en las playas se producen la mayoría de estos sucesos, son los puntos más peligrosos, aunque los ríos, piscinas o embalses de interior arrojan también cifras preocupantes en esta clase de fallecimientos. El perfil de las personas ahogadas en junio fue el de un hombre (77 %) de nacionalidad española (74 %), de 45 o más años (66 %), que se ahogó en una playa (40 %), entre las 16:00 y las 18:00 horas (27,7 %) y en un espacio sin vigilancia (81 %).
El aumento de quienes buscan refrescarse en arenales poco frecuentados o puntos de interior poco conocidos y sin vigilancia genera este incremento, que demuestra que los servicios de salvamento y socorro son fundamentales para el bienestar de sus visitantes. Desde el espacio Proyecto+Vida, que busca concienciar acerca de una vida saludable y con prevención cardíaco con recomendaciones para disfrutar del verano en la playa o la piscina con seguridad y sin riesgos.
Por tanto, la primera medida de prevención es buscar zonas con vigilancia adecuada y seguir las indicaciones de este personal especializado, así como las recomendaciones de los paneles informativos y las banderas. Además, protegerse del calor con crema solar, gorras e hidratación frecuente aleja el riesgo de insolación.
Elegir bien cómo y dónde lanzarse, especialmente en zonas no vigiladas, reduce las probabilidades de contusiones graves o pérdidas de consciencia derivadas de no medir bien la profundidad del agua. En cuanto a los niños, es crucial seguir estos consejos y tenerlos controlados incluso en las piscinas poco profundas y aparentemente sin riesgo. No obstante, y sea donde sea, ante cualquier indisposición lo más recomendable es pedir ayuda y avisar a los socorristas y salir del agua para reducir al máximo el peligro de ahogamiento.
Para contrarrestar los efectos de posibles paradas cardíacas en espacios acuáticos, tanto en playas de costa como en piscinas o áreas de interior, la presencia de desfibriladores de uso público contribuye a un servicio más completo de atención sanitaria. Así se puede combatir el paro cardíaco, principal causa de mortalidad en España.
Con respecto a las playas con el galardón de Bandera Azul, es obligatorio que cuenten con desfibriladores para prestar un servicio de atención completo. El uso de estos equipos en los primeros cinco minutos en los que la persona entra en paro cardíaco es esencial para su supervivencia, mientras que cada minuto que pasa a partir de ese momento eleva un 10 % las probabilidades de fallecimiento del afectado.
Desde Proyecto+Vida se recomienda la instalación de desfibriladores en playas o piscinas para garantizar la mejor prevención general y atención cardíaca ante posibles paradas cardíacas resultantes de ahogamientos. Los desfibriladores como el DOC incluyen geolocalización y tele-asistencia para hacer eficaz y sencilla la atención desde el usuario hacia el afectado hasta la llegada de los servicios de emergencia.
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