Es la fantasía de muchos: tener una casa lo suficientemente grande o con las suficientes habitaciones como para dedicar una entera como sala de juegos: billar, futbolín, dardos, incluso una pequeña sala de cine. Este sueño, tal vez un par de décadas atrás era más difícil porque la familia solía ser numerosa, pero en el momento presente, no es tan descabellado si en la casa viven sólo tres o cuatro personas o disponemos de un adosado o vivienda unifamiliar con un garaje que no pensemos usar. En función de lo que queramos disponer en ella, puede ser económico o requerir desembolsos excepcionales (una diana es bastante más barata que un simulador de conducción, por ejemplo).
Mesas de billar o de futbolín son fáciles de encontrar en grandes superficies e hipermercados, y según en qué fecha tengamos pensado adquirirlas, podemos acceder a grandes ofertas en momentos puntuales. Además, si preferimos no tener que cargarlas en el coche, plataformas como Amazon también las tienen a nuestra disposición. De entrada no son complicadas de montar. Otra cosa son, por ejemplo, las mesas de poker o de blackjack: hay quien piensa que simplemente son juegos de cartas y que se pueden jugar en cualquier mesa de comedor, pero recrear la experiencia de una sala de juego con sus comodidades exige una auténtica mesa con sus compartimentos para las fichas y con su auténtico tapete de blackjack. No es un capricho, es que sencillamente las cartas podrían resbalarse, o el mismo tapete si no se diseñó originariamente para tal fin. Además en este juego las reglas van grabadas en el tapete en sí y son diferentes en función de la modalidad. En este caso será más sencillo dirigirse a tiendas especializadas, tanto físicas como online, aunque nuevamente Amazon puede salvarnos y ofrecer alternativas interesantes sin salir de nuestra zona de confort.
Para aquellos amantes del bricolaje, la otra gran opción es acudir al DIY y captar ideas en páginas como Pinterest o IKEA Hackers, o incluso en YouTube hay quienes crean videotutoriales para mesas de blackjack o, en otra línea completamente diferente, de construcciones Lego con almacenaje clasificador incluido. En este caso, parte de la diversión de jugar pasa por el diseño y construcción del mobiliario que usaremos para ello. No toda la acción se desarrolla en mesas: si el espacio lo permite, se puede crear un espacio de mini-golf, un pasillo para jugar a los bolos (sin mecanismos electrónicos de retirada de bolos) o una zona de baile a base de alfombrillas electrónicas o con elementos tecnológicos. Una sala con todo el suelo despejado y un proyector o gran pantalla puede ser muy versátil si lo combinamos con una o más video-consolas y ordenadores: simulación de deportes, juegos de coreografías o una experiencia inmersiva de karaoke o de realidad virtual a base de gafas.
Lo cierto es que la tecnología es nuestra mejor aliada si no queremos renunciar a ningún tipo de juego: mediante estos accesorios y otros como un volante de carreras, pistolas que se conecten a las consolas y otros gadgets, simplemente deberemos tener una zona de almacenaje donde proteger lo que no estemos usando en cada momento, manteniendo la pantalla y el suelo despejado como protagonistas. No podemos olvidarnos de asientos cómodos (sofás o sillones y puffs especialmente diseñados para jugar) y una iluminación acorde para sentirnos motivados. Existen muchos tipos de juegos para disfrutar sentados, solos o acompañados, con una gran pantalla delante: el clásico Trivial, el Monopoly, el Pictionary o de nuevo juegos online tradicionales de cartas o de fichas. Todos ellos se han adaptado para que sea tan cómodo como ejecutarlos en lugar de tener que sacar una caja y repartir billetes o colocar cartas en un tablero. Aunque seamos sinceros, a veces adoramos el simple hecho de sacar las figuras y relojes de arena de las cajas, al igual que construir las mesas de juego o abrir un libro de instrucciones tiene su encanto.
¿Se puede llegar a fusionar todo? Sin duda alguna. Para aquellos que añoran sus tiempos de juventud en los salones recreativos jugando a clásicos como Super Pang o Street Fighter, en internet se pueden encontrar sin mucho problema mesas con joysticks y botones integrados para conectar a la televisión con numerosos juegos precargados. No es la opción más económica, pero no hay duda de que la experiencia puede llegar a transportarnos a otra época en la que la moneda ni siquiera era el Euro y no existía el botón de pausa. Si añadimos una mesa de pinball de tamaño mediano, será como viajar en el tiempo.
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